• Autor y contexto.

El autor del ensayo “La responsabilidad del artista” es Jean Clair (1940), estudioso parisino del arte contemporáneo y director del Museo Picasso de París y del Centenario de la Bienal de Venecia. Estudió en la universidad de la capital francesa, aunque ejercerá en la Universidad de Harvard.  

Ha sido un escritor controvertido, sobre todo por la publicación en 1977 de su obra La responsabilidad del artista, donde habla sobre el arte de la vanguardia. Desde su participación en la exposición Les Réalismes ‘’sus investigaciones han continuado ahondando en el compromiso con lo real que siempre acompañó a la modernidad artística’’[1].

Con apenas 22 años, este ensayista y escritor del siglo XX, empezó a escribir su primera novela. Durante su vida ha sido condecorado con muchos premios y galardones, así como nombramientos como el de 2008 donde es elegido como miembro de la Academia Francesa. Su estudio enfocado a la historia del arte ha causado que muchas de sus obras tengan que ver con esta temática.

  • Argumento y estructura de la obra.

El libro tiene como título La responsabilidad del artista y como subtítulo Las vanguardias, entre el terror y la razón donde “reivindicará el papel de la tradición artística en la gestación y desarrollo de la vanguardia, considerará al artista desde el punto de vista de su compromiso con la realidad y recuperará numerosos movimientos artísticos”[2].Contiene  un prólogo y 4 capítulos, con un total de 126 páginas.

Las ideas principales de la obra son el juicio a las vanguardias, a las que tradicionalmente se les ha quitado la responsabilidad por el nazismo del siglo XX. Otra idea es las consecuencias de la conjugación del expresionismo con el nazismo, así como la responsabilidad del artista como ser que pertenece a un período de la historia al que tiene que responder con sus obras.  La obra está dividida en un prólogo y cuatro partes que vamos a comentar.

En el prólogo se introduce el tema: la responsabilidad política del artista, que desde siempre ha estado ligado al poder, a través de su arte, para confirmarlo o denunciarlo. El artista, por tanto, puede ser cómplice de dictaduras políticas o ideologías, o refutarlas.

En concreto, plantea la cuestión del modernismo, como movimiento artístico que ha defendido el progreso, pero al que sin embargo se ha mirado con impunidad a la hora de rendir cuentas a la sociedad. Toda la defensa de la democracia y el progreso que se había realizado con la vanguardia, se acaba con la aparición de ideologías tras la segunda guerra mundial. Sin embargo, la vanguardia ha podido seguir adelante defendiendo la revuelta individual y el progreso, pero su estética queda en el aire.

En el capítulo I, titulado Medida de la modernidad, se hace un recorrido histórico sobre el concepto de modernidad y su definición. En torno a 1830 se rompe con el tradicional significado de ‘equilibrio, justo medio y moderación’, convirtiéndose en todo lo contrario: ‘’búsqueda de lo nuevo y su exaltación’’ llegando al exceso, desmesura y disonancia. El nuevo concepto de moderno se empieza a identificar con el progreso sobre todo con Kant.

Baudelaire, primero en usar el concepto en sentido moderno, lo critica identificándolo con un progreso propio de burgueses que no quieren más que porvenires triunfantes. Critica igualmente el concepto de vanguardia, surgida por los adelantos científicos y técnicos.

Termina el capítulo poniendo de relieve la diferencia entre modernidad y vanguardia, donde la primera es el sentimiento en cualquier época de voluntad de equilibrio, mientras que la vanguardia está ligada al romanticismo y a la aparición de ideologías del progreso político-social. El artista vanguardista experimenta y abra nuevos caminos a los descubridores futuros.

En el capítulo II, titulado El caballo y la runa (la preguerra), se refleja la influencia de la ideología nacionalsocialista en el arte, que utilizó el grabado El Caballero, la Muerte y el Diablo de Durero para sus fines. Esta imagen arraigada al protestantismo se utiliza para poner a Hitler como el nuevo dios pagano: Hitler anuncia el advenimiento del Reino eterno. También el nazismo utilizó el vocabulario, proveniente del expresionismo, para propagar su ideología.

Tras el análisis de la Europa de preguerra, donde el caballo sería el símbolo de la guerra y la runa el alfabeto de la época, el autor  habla primeramente del expresionismo como movimiento para propagar la ideología nazi. La colaboración de algunos expresionistas fue clave.

Tras hablar sobre expresionismo y nacismo, se trata también la fusión entre el futurismo y el fascismo italiano. Así todo el progreso que iba a traer la modernidad, se había convertido a un arte sometido a la política dictatorial de la época, que incluso se llega a reflejar en Gran Bretaña con autores como W. Lewis.

Acaba el capítulo con la pregunta que da título al libro: ¿Cuál es en definitiva la responsabilidad política de un artista? A pesar de todo lo que el realismo había denunciado la realidad del nacismo, tras esto, quedó en un segundo plano y el vanguardismo, que había apoyado al régimen, fue perdonado de toda responsabilidad.

En el capítulo III titulado El azul y el rojo (la posguerra), refleja cómo desde la postguerra hasta comienzos de los años ochenta se intenta a través del arte abstracto crear un lenguaje universal, como solución a lo anterior. El arte se quiso internacionalizar como un arte de puro formalismo, sin vínculos con el pasado, sin memoria, sin deudas ni remordimientos, que pudiera borrar la mancha nazista. Ahora había que disfrutar de un puro juego de formas y colores (azul, blanco y rojo) que nada recordara.

Sería Clement Greenberg el que llevaría a Nueva York están nueva forma de enteneder el arte. Sin embargo, Jean Clair se muestra crítico con él. Al mismo tiempo se desarrollaba otro arte en los dos países que cayeron en la segunda Guerra Mundial: Alemania e Italia, y que habían cultivado el arte de otra manera. Este nuevo arte se denominó Transvanguardia, donde recuperándose el expresionismo, se superó el nazismo y el fascismo.

En el capítulo IV titulado La cara y la jeta (el momento presente), el autor explica que de todos los movimientos de la vanguardia histórica, el expresionismo es el único que aún perdura, algo preocupante, dado que como se ha visto se ha visto mezclado con los movimientos totalitarios.

El filósofo Karl Popper ve en el lenguaje expresionista la causa del declive del arte actual. Lo mismo piensa el vienés Ernest G.  Antes la práctica del arte estaba sujeta a una concepción instrumental que permitía escoger el medio en función del fin perseguido, es decir, suponía el dominio y respeto de reglas explícitas. Las revoluciones formales de nuestro tiempo ya no se hacen en galerías ni en museos de arte, sino en laboratorios en los que se desarrollan técnicas nuevas de fabricación de imágenes.

  • Comentario.

Tras el análisis de muchos autores como Baudelaire, Vasari o Herder, entre otros, me parece muy interesante la distinción clara que el autor hace sobre los conceptos de vanguardia y modernidad, que también se hace en el tema quinto de la asignatura.

El término modernismo sería un término perteneciente a todas las épocas, entendiéndose en todos los tiempos, a pesar de los diferentes matices, como ese equilibrio necesario en el arte. El vanguardismo es un concepto totalmente diferente que se relaciona tanto con el Romanticismo como con la Ilustración. La atención que se presta en toda la obra al expresionismo me parece de vital importancia. La capacidad de este movimiento vanguardista, de seguir adelante a pesar del nazismo.

El expresionismo ha sido “la aportación esencial alemana al arte moderno, y como tal aportación básica va a informar la producción artística surgida en este contexto cultural”[3].

Dos pinturas, que pongo como ejemplo de lo expuesto anteriormente,   muestran el uso de la pintura que hizo el nazismo. La pintura al óleo titulada Retrato de familia (1939) del pintor alemán Hans Schmitz-Wiedenbrück, nos muestra el prototipo de familia nazi, compuesta por varios hijos, todos rubios y altos, donde la mujer sustenta sobre todo el cuidado de los niños, y el hombre cuida de la familia. Una familia que se presenta feliz y tranquila en un hogar acogedor. Muy al contrario, dentro del llamado “arte degenerado” se muestra Escena en el estudio (1910) de Heckel, donde aparecen dos figuras de mujeres desnudas.

Como conclusión, me gustaría destacar el análisis que Jean Clair hace sobre la responsabilidad que tiene el artista con el mundo. Aunque se pone de ejemplo el nazismo alemán y el fascismo italiano del siglo XX y la defensa a través del arte de sus ideologías totalitarias, parece que se plantea en cierto sentido si el artista debe permanecer inmune, a pesar de todo. Es una crítica por tanto al arte que no es capaz de representar el mundo y el lenguaje que trata de hacerse universal.  

El artista, por tanto, debe reivindicar su posición de artista, y teniendo conciencia del poder que posee a través de sus obras, de criticar la realidad y de crear una conciencia de denuncia de la misma. El arte tiene que estar atento a la historia del momento para hacer de reflejo de la memoria colectiva, y no convertirse en un arte vacío.

  • Bibliografía

AZNAR ALMAZÁN, Yayo, y otros. Los discursos del Arte Contemporáneo. Ed: Ramón Areces, 2011.

CLAIR, Jean. La responsabilidad del artista: Las vanguardias, entre el terror y la razón. Traducción de José Luis Arántegui. Ed: Visor.

GAMONAL TORRES, Miguel Ángel. El expresionismo y las vanguardias en Alemania.ed: Cuadernos de arte de la UGR. Granada, 1992.


[1] AZNAR, 2011:216.

[2] AZNAR, 2011: 216.

[3] GAMONAL, 1992: 494.

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