Yo, con esto, me comencé a afligir, y más me susté cuando advertí que todos los que vivían en el pupilaje de antes estaban como leznas, con unas caras que parecía se afeitaban con diaquilón. Sentose el licenciado Cabra y echó la bendición. Comieron una comida eterna, sin principio ni fin. Trujeron caldo en unas escudillas de madera, tan claro, que en comer una dellas peligrara Narciso más que en la fuente. Noté con la ansia que los macilentos dedos se echaban a nado tras un garbanzo güérfano y solo que estaba en el suelo.

Decía Cabra a cada sorbo:

—Cierto que no hay tal cosa como la olla, digan lo que dijeren; todo lo demás es vicio y gula.

Y, sacando la lengua, la paseaba por los bigotes, lamiéndoselos, con que dejaba la barba pavonada de caldo. Acabando de decirlo, echose su escudilla a pechos, diciendo:

—Todo esto es salud, y otro tanto ingenio.

—¡Mal ingenio te acabe!, decía yo entre mí, cuando vi un mozo medio espíritu y tan flaco, con un plato de carne en las manos que parecía que la había quitado de sí mismo.

Venía un nabo aventurero a vueltas de la carne (apenas), y dijo el maestro en viéndole:

—¿Nabo hay? No hay perdiz para mí que se le iguale. Coman, que me huelgo de verlos comer.

Y tomando el cuchillo por el cuerno, picole con la punta y asomándole a las narices, trayéndole en procesión por la portada de la cara, meciendo la cabeza dos veces, dijo:

—Conforta realmente, y son cordiales.

Que era grande adulador de las legumbres. Repartió a cada uno tan poco carnero que entre lo que se les pegó en las uñas y se les quedó entre los dientes, pienso que se consumió todo, dejando descomulgadas las tripas de participantes.

Cabra los miraba y decía:

—Coman, que mozos son y me huelgo de ver sus buenas ganas.

COMENTARIO DE TEXTO

Este fragmento pertenece a la obra de Francisco de Quevedo titulada El Buscón. Antes de adentrarnos enteramente en el fragmento vamos a comenzar haciendo alusión al contexto en el que se crea la obra, haciendo hincapié en la biografía de su autor.

Este autor madrileño nace en 1580, y por tanto pertenece al grupo de autores del Siglo de Oro español, y por consiguiente uno de los autores más importantes de la historia de la literatura española. Desde pequeño se encuentra dentro de una familia hidalga de la época y, por tanto se formó en un excelente colegio y en la Universidad de Alcalá. Siempre rodeado de grandes personalidades y en la corte.

Más allá de la biografía concreta del autor, lo importante es el movimiento al que se adscribe. Quevedo es uno de los autores más importantes del Barroco español, más concretamente dentro del conceptismo. Su ingenio nos lleva a encontrar en nuestro autor multitud de estilos y temas de todo tipo. Como veremos en el fragmento, el conceptismo se compone de una gran riqueza de vocabulario así como una gran variedad de formas y tropos. Será el genio en el juego de palabras, así como referente en el uso de figuras literarias.

Escritor de todos los géneros literarios, sobre todo poesía y prosa, aunque también escribirá teatro. Esta obra de El Buscón pertenece al género prosa, enmarcada entre sus obras de juventud. Tras la escritura de muchos de sus sueños y discursos, escribe la que será una de las obras en prosa más importantes del autor, que estamos analizando, y que será impresa en Zaragoza en 1626 con el título de Historia de la vida del Buscón don Pablos, ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños. A pesar de las diferentes publicaciones es muy importante en la actualidad el llamado manuscrito B que se conserva en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid.

Esta obra se ha enmarcado siempre dentro de la novela picaresca, aunque como indica Domingo Ynduráin en el prólogo de cátedra son claras las diferencias con las novelas de pícaros El Lazarrillo y Guzmán de Alfarache. Entre las características por las que se adscribe a este género picaresco están la alusión pseudoautobiográfica que hace, recordando que Quevedo estuvo al servicio de varios amos en la corte, característica esta muy importante en el género. El servicio a los amos, la genealogía humilde, el uso del narrador en primera persona en la persona del pícaro y otras muchas, son las características que adscriben a esta obra en la novela picaresca, a pesar de sus diferencias.

Este fragmento en concreto que estamos comentando pertenece al tercer capítulo de la novela, que se titula De cómo fui a un pupilaje, por criado de don Diego Coronel. En relación al argumento de la obra, en este capítulo el protagonista Don Pablos acompaña al hijo de su amo don Alonso Coronel de Zúñiga, llamado don Diego Coronel, que será también su amigo.

Tras haber hecho referencia a su linaje, Pablos y Diego se hacen amigos en la escuela. Después de dejar la escuela, Pablos se pone al servicio del padre de su amigo, el cual envía a ambos a esta residencia que estaba a manos del licenciado Dómine Cabra, que se dedicaba a criar hijos de caballeros.

Tras la descripción del personaje, nos hallamos en el capítulo con este episodio central. Se encuentran en el refectorio, donde don Pablos le pregunta a otro criado sobre el porqué de la ausencia de gatos en la zona. El criado le responde que los gatos no hacen ayuno, como ellos. Entramos aquí en el fragmento, donde el protagonista se siente afligido por primera vez al entrar en el colegio. Pero el miedo le llega al darse cuenta de la delgadez que tenían los compañeros y criados que estaban allí. Tras la bendición del dómine Cabra, les trajeron un caldo claro, el cual se describe con pocos garbanzos y con ‘’un nabo aventurero a vueltas’’. El siguiente plato fue de nuevo pésimo, compuesto por un poco de carne. Paradójicamente, el señor Cabra se muestra feliz por tan suculenta comida. Pero, peor comieron los criados que venían después a comer. A pesar de las cartas enviadas al señor Alonso, éste no les creyó, justificando que en realidad no querían ir al estudio. Sin embargo, la muerte de un compañero le abrió los ojos y los quitó de allí.

Tras este primer episodio donde el criado acompaña a su amo a su primera ‘’aventura’’, el protagonista continuará con numerosas vivencias. Así terminará el primer libro al servicio de su amo y amigo don Diego, del que se separa tras haberlo acompañado a estudiar a Alcalá. Se irá a Segovia a recoger su herencia. Numerosos acontecimientos lo acompañarán durante el camino a Segovia, con el encuentro con el ingeniero matemático, el maestro de esgrima, el poeta, el soldado y el ermitaño. Tras recoger la herencia se marcha a la corte a la que engaña junto al hidalgo, haciéndose pasar por noble. 

La mentira y la estafa acompañarán también a Pablos en el último libro, hasta que son descubiertos y llevados a la cárcel, del cuál de nuevo conseguirá escapar tras un soborno. Otros peligros lo acompañarán en este último libro, pero tras el abandono de la idea de cortejar a la monja de la que se había enamorado, y ser perseguido por el asesinato de un agente de justicia, que había realizado borracho junto a otros amigos, decide huir a las Indias, donde de nuevo su vida estará protagonizada por un auténtico fracaso.

Tras analizar el contexto del fragmento dentro de la obra general, vamos a analizar aspectos más concretos del fragmento, y acabaremos analizando el estilo tan característico de nuestro autor.

El tiempo del fragmento es el primer domingo de Cuaresma, tiempo litúrgico católico que marcará las vicisitudes y problemas con los que se encontrará el pícaro y su amigo. El ayuno, la limosna y la oración son los tres pilares fundamentales de este tiempo. El primero será tomado como escusa por este clérigo para hacer que los colegiales comieran poco.

El espacio, como hemos ya señalado, es la haciendo del licenciado Cabra, más concretamente el refitorio (término desusado que significa refectorio), lugar donde en comunidades y colegios acudían para la comida. Será el tema que utilizará con ingenio y picaresca nuestro autor en este fragmento.

La comida escasa, la delgadez de todos y el hambre que sentirán son los ejes fundamentales en torno a los que se ha escrito este satírico fragmento.

Entre los personajes de este fragmento encontramos a:

  • Pablos: es el protagonista de la obra, el prototipo de pícaro, que procede de una familia de clase social baja con muchos conflictos y por tanto tendrá que buscarse la vida siempre, incluso con el engaño.  La mentira le llevará a pasar por muchos acontecimientos en los que incluso tendrá que cambiarse el nombre y entre los que pasará por distintas clases sociales.
  • Don Diego Coronel: es el amigo de Pablos y a la vez el amo al que sirve. Se habían conocido durante el colegio al que asistieron de pequeños. Junto a él estará durante todo el libro primero, tanto en el colegio del licenciado Cabra, como en Alcalá.
  • Licenciado Cabra: es descrito en la obra como ‘’un clérigo cerbatana, largo (en sentido de alto y liberal), sólo en el talle, una cabeza pequeña, pelo bermejo (rojizo), los ojos avecindados en el cogote […], la nariz, entre Roma y Francia (aplastada y desfigurada)[…], barbas descoloridad de miedo de la boca vecina…’’. Este dómine es el amo y dueño de una casa en la que viven los estudiantes con sus criados, una especie de colegio. Era muy tacaño y se aprovechaba de los demás para el propio enriquecimiento.

Otro de los aspectos importantes de la obra es el del narrador en primera persona, como vemos al principio del fragmento y el empleo del pronombre en primera persona del singular ‘’Yo’’. Es un texto descriptivo, que hace conocer al interlocutor cómo era la comida en el estudiantado. Además de la descripción, se emplea también la forma dialogada donde encontramos de forma directa frases del señor Cabra, que expresan su sarcasmo.

Como ya hemos dicho, Quevedo es uno de los mayores conceptistas del Barroco español, que a través de su ingenioso lenguaje buscará la sonrisa del lector, además de la crítica social que claramente hace. Para el logro de esta intención encontraremos infinidad de juegos de lenguajes, tropos, figuras literarias, expresiones

Empieza el texto, como ya sabemos en primera persona, y ya a pocas palabras de iniciar el fragmento nos encontramos con la primera metáfora. El autor califica al pupilaje, es decir, a los huéspedes como leznas, es decir, exagerando su delgadez. Seguramente comparando la delgadez con la punta fina de este ‘pequeño instrumento que se usa para perforar el cuero o la madera’. 

La sequedad de sus caras la vuelve a comparar con otro juego de palabras: ‘’con unas caras que parecía que se afeitaban con diaquilón’’. Este ungüento, bastante conocido en la época se utilizaba para secar los tumores, de ahí la metáfora utilizada por el autor.

Con estilo sarcástico e irónico introduce la comida, calificada como ‘’eterna’’. Hace creer al lector que sería una comida suculenta y en cantidad, que sin embargo, como se verá después será todo lo contrario. Con esta ironía se expresa lo contrario de lo que quiere decir.

A continuación utiliza una hipérbole: ‘’Trajeron el caldo en unas escudillas de madera, tan claro, que en comer una dellas peligrara Narciso más que en la fuente’’. Todos conocemos el mito de Narciso. El autor quiere decir con esta exageración que el caldo estaba muy claro y con poco condimento.

De nuevo otra metáfora, el movimiento de los dedos lo expresa como ‘’se echaban a nado’’ en busca del garbanzo. El garbanzo aparece personificado con el adjetivo ‘güérfano’. Este adjetivo solo se emplea para personas sin padre o madre. Así los delgados dedos del muchacho buscaban el único garbanzo que había en su plato.

Es interesante la grandilocuencia con la que se escriben las intervenciones de don Cabra, en las que se emplea de nuevo la ironía para exagerar y maquillar la grave situación, simulando que todo iba bien.

Otras frases donde se emplea la hipérbole son ‘’con un plato de carne en las manos, que parecía que la había quitado de sí mismo’’ y ‘’repartió a cada uno tan poco carnero, que, entre lo que se les pegó a las uñas y se les quedó entre los dientes, pienso que se consumió todo’’. Estas dos frases, que emplean la exageración, hacen referencia a la escasez de carne que se les daba para la comida.

De nuevo, una personificación con otro alimento dentro del caldo. En este caso es el ‘’nabo aventurero’’ expresando así el movimiento de este en la sopa a falta de otros alimentos.

No menos importante es el vocabulario empleado con términos como pupilaje (huéspedes), escudillas (vasija para la sopa), macilentos (flaco), me huelgo (alegrarse)… Tampoco lo son otros de los muchos juegos de palabras que faltan por analizar y que expresan el gran ingenio del autor.

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