En la monumental empresa que fue la creación y desarrollo del Oratorio de San Francisco de Sales, se erige un pilar fundamental: la presencia y contribución invaluable de figuras femeninas cuyo legado perdura a lo largo del tiempo. Desde sus cimientos, estas mujeres desempeñaron roles cruciales, aportando su devoción, esfuerzo y sabiduría al servicio de la comunidad.

Margarita Occhiena (1788-1856), madre de Juan Bosco, emerge como una de las primeras madres del Oratorio. Su compromiso con la obra de su hijo se evidencia desde los primeros días, cuando no dudó en unirse al proyecto apenas unos meses después de su fundación. Durante diez años, hasta su fallecimiento en 1856, Margarita dedicó su vida a apoyar el crecimiento espiritual y vocacional de Juan Bosco y los jóvenes del Oratorio.

A su lado, se alzan otras mujeres destacadas, como su hermana Mariana Occhiena, Juana María Rua, madre de Miguel Rua, Juana María Magone, madre de Miguel Magone, María Magdalena Trosso, madre de Santiago Bellia, y Margarita Gastaldi, madre de Monseñor Gastaldi. Estas mujeres, con su entrega y dedicación, dejaron una huella imborrable en la historia del Oratorio y en la vida de quienes lo conformaron.

En una etapa posterior, María Mazzarello (1837-1881) irrumpe en escena con su fuerza y vigor, revolucionando su comunidad inicialmente con las Hijas de la Inmaculada. Su encuentro con Don Bosco en 1864 marca un hito en su vida, y juntos fundan el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora en 1872, dedicado al cuidado y educación de las jóvenes más necesitadas. Su legado perdura en la labor de las religiosas que continúan su obra en todo el mundo.

La marquesa Barolo, Julieta F. Colbert (1785-1864), a pesar de las diferencias aparentes en sus caminos con el de Don Bosco, siempre respaldó su obra. Ofreció alojamiento en el Refugio, permitiendo que Don Bosco continuara su labor en favor de los jóvenes necesitados. Su compromiso con la igualdad social y su apoyo a la obra salesiana dejaron una marca indeleble en la historia.

Dorotea de Chopitea (1816-1891), con su inquebrantable voluntad y amor al prójimo, se distinguió por su colaboración en la llegada de los salesianos a Barcelona. Su generosidad y entrega le valieron el cariñoso sobrenombre de «La Mamá de Barcelona», convirtiéndose en un símbolo de solidaridad y ayuda para los más desfavorecidos.

Entre todas estas figuras, destaca la presencia y la inspiración de María Auxiliadora, virgen y madre. Don Bosco encontró en ella una fuente constante de inspiración y guía, promoviendo su devoción en todo el mundo. María Auxiliadora se convierte así en un símbolo de esperanza y protección para la comunidad salesiana y para todos aquellos que buscan su auxilio. Su legado espiritual perdura hasta nuestros días, inspirando a generaciones enteras a seguir su ejemplo de amor y servicio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *