Introducción a «La desdicha por la honra»

Pienso que me ha de suceder con vuestra merced lo que suele a los que prestan, que pidiendo poco y volviéndolo luego, piden mayor cantidad para no pagarlo. Mandome vuestra merced escribir una novela: enviele Las fortunas de Diana. Volviome tales agradecimientos, que luego presumí que quería engañarme en mayor cantidad, y hame salido tan cierto el pensamiento, que me manda escribir un libro de ellas, como si yo pudiese medir mis ocupaciones con su obediencia. Pero ya que lo intento, si no en todo, en alguna parte, voy con miedo de que vuestra merced no ha de pagarme; y en esta desconfianza y fuerza que hago a mi inclinación, que halla mayor deleite en mayores estudios, aparece como la luz que guiaba a Leandro, la llama resplandeciente de mi sacrificio, así opuesta al imposible como a las objeciones de tantos; a que está respondido con que es muy propio a los mayores años referir ejemplos, y de las cosas que han visto contar algunas -verdad que se hallará en Homero, griego, y en Virgilio, latino, bastantes a mi crédito, por ser los príncipes de las dos mejores lenguas, que de la santa no se pudieran traer pocos, si mi propósito fuera disculparme.

Confieso a vuestra merced ingenuamente que hallo nueva la lengua de tiempos a esta parte, que no me atrevo a decir aumentada ni enriquecida; y tan embarazado con no saberla que, por no caer en la vergüenza de decir que no la sé para aprenderla, creo que me ha de suceder lo que a un labrador de muchos años, a quien dijo el cura de su lugar que no le absolvería una cuaresma porque se le había olvidado el credo, si no se le traía de memoria. El viejo, que entre los rústicos hábitos tenía por huésped desde el principio de su vida una generosa vergüenza, valiose de la industria por no decir a nadie que se le enseñase, que a la cuenta tampoco sabía leerle. Vivía un maestro de niños dos casas más arriba de la suya; sentábase a la puerta mañana y tarde, y al salir de la escuela decía con una moneda en las manos: «Niños, esta tiene quien mejor dijere el credo». Recitábale cada uno de por sí, y él le oía tantas veces que, ganando opinión de buen cristiano, salió con aprender lo que no sabía.

Comentario de texto

Nos encontramos al inicio de una de sus novelas, en concreto, de la novela La desdicha por la honra, que fue incluida junto con otras dos en su obra La Circe, publicada en 1624 en Madrid. El sujeto narrativo se encuentra en primera persona. En este fragmento vemos que el autor se dirige a su interlocutora a través de estas palabras antes de introducirse en la historia que quiere contar, como hará en al inicio del resto de sus novelas. Esta posición que toma el narrador, hace que el lector entienda que el narrador se identifica con el propio autor, en este caso con Lope de Vega, que quiere narrar su historia a su amada Marta de Nevares, escondida bajo el nombre de Marcia Leonarda.

En su primera novela titulada Las fortunas de Diana cuenta el amor entre Celio, de baja condición, y Diana, que a través de diferentes situaciones y aventuras llegan a un final feliz. Comienza esta obra con una introducción del narrador en primera persona, donde cuenta cómo se siente en la obligación de obedecer el deseo de su amada de que le escriba unas novelas con un nuevo estilo. Tras un intento de fundamentar este nuevo tipo de novelas en los libros de caballerías y en Cervantes, entre otros autores, Lope se siente obligado a escribirle a su amada, aunque nunca hubiera pensado en escribir este nuevo tipo de novelas llegadas desde Italia.

En su segunda novela, La desdicha por la honra, encontramos este fragmento que estamos analizando. Se encuentra al inicio, como relato introductorio. En él se dirige de nuevo a su interlocutora, Marcia Leonarda, para expresar su inquietud ante la petición de escribir más novelas. Habla sobre la nueva lengua que emplea, que tiene que aprender de otros. Emplea el ejemplo del labrador que tiene que ir a aprender el credo de unos niños. Acaba el fragmento contando a su interlocutora el estilo que va a emplear y la finalidad de su obra.

En sus otras dos novelas, tituladas La prudente venganza y Guzmán el Bravo, empieza también empleando esta técnica de narrador en primera persona. En la primera muestra su desconcierto al no saber cómo acertar en la trama novelística y la llama al agradecimiento. En la otra comienza de nuevo exigiéndole el agradecimiento, terminando con la comparación de narrador y narrataria con el caballero y el villano de Faerno.

Después de cada una de estas introducciones en primera persona, el propio narrador comienza narrando su historia como narrador omnisciente, alternando ambos narradores según se diriga a su amada o cuente la historia que le narra.

Como vemos en este fragmento el narrador en primera persona se concreta en diferentes aspectos. En primer lugar, los verbos empleados en este caso se encuentran todos en primera persona (Pienso que me ha de suceder, luego presumí que, ya que lo intento, Paréceme que,  yo he pensado que tienen…). Por otra parte, el narrador quiere sentirse confidente con su interlocutora a la que ama. Llama la atención el segundo párrafo del fragmento donde dice: “Confieso a vuestra merced”. Con estas palabras el autor expresa la voluntad suya de que con estas novelas pueda darse esa unión que quiere con su amada, y que no era tan frecuente entre los hombres y mujeres de aquella época, que se casaban por conveniencia más que por amor.

Mientras que el narrador omnisciente cuenta la trama de la historia, el narrador-autor en primera persona va haciendo incursiones en la narración para hacer diferentes apelaciones directas a la narrataria o interlocutora. El autor mientras narra la historia en tercera persona, va expresando a su amada diferentes cosas en primera persona. Estas incursiones narran, por ejemplo,  los sentimientos que siente ante la situación de la historia, para afianzar algún concepto concreto que quiere resaltar, para dirigirse a su interlocutora con preguntas o hacer referencia a lo que cree que pensará ella.

También abundan en primera persona diferentes referencias históricas concretas, en el caso de esta obra en la que se encuentra este fragmento, la expulsión de los moriscos es un ejemplo, o también la aclaración sobre la conquista del Gran Capitán en Italia.

¿Para qué perfil de lector componen Lope sus novela?

Cada una de las cuatro partes de la que se compone la obra, está dedicada a la señora Marcia Leonarda. Este nombre encubre la destinataria de su obra, que es Marta de Nevares, la última amante de Lope de Vega. La conoce tras haberse ordenado sacerdote, siendo ella todavía una mujer casada con Roque. Sin embargo, esta queda viuda pocos años después, yéndose a vivir con Lope, con el que tuvo una hija.

En algún momento de su relación ella le pide a Lope que le escriba una de sus novelas. Como dice en el fragmento: “Mandóme vuesta merced a escribir una novela”, y por lo tanto Lope se siente obligado a escribir una novela que su amada le pide. Este deseo se cumple en 1621 con Las fortunas de Diana, incluida en La Filomena, y luego le seguirán otras tres novelas más en su libro La Circe. Este fragmento se inserta al inicio del segundo de ellos titulado La desdicha de la honra. Serán estas novelas el testimonio más claro de este amor entre ambos hasta el desenlace final de la muerte temprana de su amada Marta.

De esta manera, Lope no se dirige a un lector abstracto, sino que se dirige claramente a Marta, su última amada. De ahí que muchas veces, mientras va contando la novela se dirija directamente a ella para presentar sus sentimientos, hacerle preguntas o contarle lo que piensa sobre ella.

Marcia es la destinataria principal de estas cuatro obras que escribe. Ella le inspira a escribir esta nueva forma de hacer novelas, que él mismo confiesa no conocer del todo. Al inspirarlo, ella se convierte en la principal destinataria de estas obras. El autor, Lope de Vega, se siente obligado por su amor hacia ella a escribirlas con el fin de poder satisfacer este deseo que ella le pide y de esta forma conseguir su amor y complicidad.  

Anteriormente encontramos a Marcia-Marta en una dedicatoria en La viuda valenciana. Esta que había sido la amante del recién ordenado sacerdote, se convierte en un pilar fundamental en su vida, hasta su muerte más tarde, tras sufrir la locura y la ceguera. Ella era una mujer culta, ya que sabía leer, cantar e incluso tocar instrumentos. Ella es la figura femenina idealizada por el autor. Es tal el nivel de cultura que el poeta cree que su amada tiene que le dice en esta introducción a su historia las siguientes palabras: “paréceme que vuestra merced se promete con esta prevención la bajeza del estilo y la copia de cosas fuera de propósito que le esperan”. Así se siente más inculto que ella en este ámbito.

Sin embargo, Lope, que había escrito otras muchas obras para todo tipo de público, sin dejar de tener presente a esta primera destinataria, es consciente de que escribe para más lectores, sobre todo escribe para lectores cultos, aunque en este caso y como venía siendo tradición escribe para mujeres lectoras.  Al igual que en el Decameron, primera novela italiana de este estilo,encontramos una indicación explícita donde el autor se dirige a sus lectoras, en el caso de esta obra encontramos en la figura de Marcia-Marta de manera implícita este grupo de lectoras cultas a las que se dirige Lope con esta nueva novela, que al igual que sus precedentes eran mujeres enamoradas. Este público femenino será, por tanto, al que Lope se dirigirá también. Una serie de mujeres que en la época del Renacimiento empezarán a tener una vida más tranquila en su posición de nobleza y cuyo entretenimiento empezará a ser la lectura de obras como estas, con las que entretenerse con relatos cortos cuya temática era el amor.

Debido a este tipo de lectoras para las que escribe emplea diferentes mujeres importantes en sus obras. Entre ellas encontramos a Diana, procedente de una familia noble, capaz de forjar frente a las infinitas adversidades el futuro que quería. Otras son la Sultana, Silvia, la amada de Felisardo, la hermosa Laura, amada de Lisardo, y la astuta Felicia.

Temática que domina

La obra está escrita para una dama, y por tanto, el tema amoroso será el más importante de todos los temas. En la historia en la que se inserta este fragmento, encontramos el tema del amor. Sin embargo, será el honor el que conlleve un final trágico, al contrario que en la obra anterior Las fortunas de Diana, donde el amor acaba en un final feliz.

En la primera obra que hemos citado se narra el amor entre Diana y Celio. La vida lleva a que esta noble, se encuentro con el pobre Celio, amigo de su hermano. Tras varios encuentros con él deciden huir. Sin embargo, Celio llega tarde a la cita esa noche debido a que acompañó Otavio, el hermano de su amada. Diana entrega confundida el cofre a otro, que escapa con él.  Creyéndose traicionada, se va al monte donde se encuentra desesperada y perdida. Allí se encuentra con una pareja de pastores que la acogen. A ellos les confía al hijo que tiene de su amado Celio. Tras esto, marcha y se disfraza de pastor, llegando a camarero del duque y, consiguiendo el favor del rey, es enviada a Cartagena de Indias. Allí encuentra a Celio que, después de haberla buscado por toda España, se ha embarcado hacia las Indias;. Tras una tempestad reconoce por un anillo al ladrón de las joyas. Lo mata y acaba en la cárcel. Diana encuentra a Celio y sin darse a conocer, le libera y, presentándose ante el rey, le explica su secreto y todo termina en felices bodas.

Este amor con final feliz cambia en la narración que Lope cuenta tras este fragmento. En ella la historia de amor cambia. El joven español Felisardo, llegado a Italia al servicio del rey, conquista el amor de Silvia. Era poeta y le escribe a Silvia un soneto para conquistarla. Tiene una disputa con Alejandro por su amor a Silvia, que lo llevará ante la justicia, pero todo se soluciona.  Sin embargo, cuando todo parece ir bien, Felisardo se marcha de Sicilia a Nápoles, dejando triste a su amada embarazada, a causa de la expulsión de España de sus padres y su marcha a Constantinopla. Así, al expulsar a los moriscos de España, él descubre que también es de origen árabe. Por ello, abandona la Corte y a su amante y se dirige a Constantinopla con la intención de redimir su sangre con alguna empresa honrosa que favorezca al rey de España. Esto se explica a través de cartas entre él y el príncipe.

En Constantinopla forma parte de la corte del sultán, donde conoce a la Sultana que se enamora de él, una española raptada y obligada a vivir allí. Ambos se veían con la excusa de que a ella le gustaba su canto. Sin embargo, el seguía enamorado de Silvia.

Se convierte en uno de los mejores capitanes del sultán. En uno de sus viajes se acerca a Sicilia y vuelve a encontrar a Silvia y a su hijo, que han montado en un bote. Para recuperar su honra ante el rey y demostrar su conciencia cristiana, piensa al fin volver a por la sultana, la famosa española doña María, pero en el momento de zarpar de nuevo hacia Sicilia, se desencadena una tempestad que le obliga a volver a puerto de Constantinopla. La fuga es descubierta y al desgraciado no le queda otro recurso que morir en el combate, proclamando su fe de cristiano, aunque la Sultana se salvó.

Como vemos en estas dos narraciones, la temática amorosa será el motor principal de todas sus nuevas novelas. El amor hacia Marta de Nevares lo mueve a escribir estas obras. A través de ellas busca sorprender a su amada y encontrar ese punto de encuentro que lo lleve a la conexión de ambos. Este es uno de los motivos por el que el autor escribe este tipo de novelas donde el amor es fundamental, es el motivo que mueve la trama de la obra.

Lo mismo ocurrirá en su tercera y cuarta novela. En la tercera narra el amor entre Lisardo y Laura. Este amor de nuevo se ve truncado por un homicidio imprudente que obliga al enamorado a huir a México. Este amor no se ve mermado ni por esto, ni por la boda de ella con Marcelo, después de que le hagan creer que su amado se ha casado con otra mujer. Tras la vuelta de Lisardo y el reencuentro de los amantes, el marido realiza un plan de venganza provocando la muerte de los amantes.

En la última novela, el joven don Félix, tras matar a su amigo, huye a la guerra donde será condecorado como el Bravo. Cuando se dirige a Malta para ser nombrado caballero con su paje Mendoza, una tempestad los hace naufragar en una tierra de moros, y son vendidos como esclavos a un judío. La hija del judío se enamora de Mendoza. Tras conseguir el favor del rey, Guzmán obtiene la libertad y riquezas, y vuelve con Felicia, a quien casa con un buen marido.

Intencionalidad de este tipo de narrativa

Aunque la tradición de las novelas era entretener y adoctrinar, en Las novelas a Marcia Leonarda el autor, Lope de Vega, se separa de esta doble finalidad, y se decanta sobre todo por la primera. Aunque no elimina de ella la moralidad, su objetivo principal es el de entretener a su lectora, Marta Nevares, que le había pedido escribir estas novelas. El primer propósito de entretener al lector es el más importante como vemos en las últimas palabras de este fragmento: ‘’cuyo fin es haber dado su autor contento y gusto al pueblo, aunque se ahorque el arte”.

El hecho de que estas novelas sean destinadas a un público de lectores cultos, hace que no se necesite ningún tipo de adoctrinamiento en valores morales. Aunque en el Renacimiento no desaparece el carácter ejemplarizante de la novela, empieza a  predominar obras que tienen como finalidad relajar y entretener a los interlocutores. Desde que en el Decameron Bocaccio deje de proponer las parábolas con moraleja que era propia de los cuentos, esta nueva forma de novelar deja de un lado esa intención moralizante, y llega a España con un nuevo punto de vista. El placer de una entretenida lectura se convierte en la finalidad principal de esta nueva novela corta, dejando a un lado la moralidad. Lope se distancia del género humilde del cuento, para crear un género culto destinado a entretener a sus lectores.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *