CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL
Nuestra obra se enmarca a principios siglo XX en España. En 1913 se producirá el estreno del que será uno de los mejores dramas rurales de Jacinto Benavente.
Podemos enmarcarlo en mitad de dos períodos muy importantes dentro de la literatura española. La generación del 98 y el modernismo ya habían aportado frescura y novedad a nuestra literatura, que marcarán también muchas formas de hacer teatro de autores contemporáneos a Benavente. Por este motivo, el siglo XX es testigo de los grandes movimientos y formas de pensamiento que se entrecruzarán en esta época tan fértil y fructífera. Tampoco debemos olvidar, que después de la olvidada Generación del 14, nos encontramos con otra de las generaciones más importantes de nuestra literatura: la Generación del 27, que además de en poesía y novela, tendrá sus influencias en el teatro de Salinas, Alberti y Max Aub, entre otros, con los grandes intentos renovadores, culminando en Federico García Lorca.
Debido a todos estos maestros literatos, algunos de los autores como Jacinto Benavente, han quedado relegados a un segundo plano, pero no por ello menos importantes. Nuestro autor es un reconocido dramaturgo de obras muy importantes de principios del siglo XX.
Una vez que hemos enmarcado la obra dentro de la literatura, más concretamente, dentro de la dramaturgia española del primer tercio del siglo XX, es interesante ver la división que la profesora María Clementa Millán realiza en su manual Textos Literarios Contemporáneos:
En el teatro del primer tercio del siglo XX se dan dos tendencias opuestas. Una, que responde a un tipo de obras conformistas, de acuerdo con los gustos burgueses del público que mayoritariamente llenaba los teatros. Y otra, de tendencia renovadora, que pretendía cambiar la escena española de la época, aunque muchas de sus creaciones no llegaran a estrenarse[1].
Dentro de la primera tendencia encontramos la obra que estamos analizando. Sin embargo, ‘’Benavente, en su arte, sabe contar con un público y plantea su innovación dentro de los moldes a los que el público estaba acostumbrado[2]’’. Por tanto, es capaz de conjugar estas dos tendencias, en la que se ha llamado su Alta Comedia. De ahí que su obra se estudie aparte de la de otros autores conformistas.
De la misma manera, en el ámbito político-social encontraremos un periodo de Restauración marcado por la alternancia de dos partidos: liberal y conservador. Aunque España pudo evitar la Primera Guerra Mundial, no podrá evitarse en este inicio de siglo la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), la Guerra con Marruecos y el trágico golpe de Estado de Primo de Rivera.
BIOGRAFÍA DEL AUTOR
Jacinto Benavente nació en Madrid en 1866, en una familia pudiente. Aunque empezó estudios de derecho, con la herencia que le dejó su padre tras su muerte, decidió dedicarse a la literatura. Su primera obra fue Teatro fantástico, aunque no saltó a los escenarios hasta el estreno de la obra El nido ajeno, con la que no tuvo mucho éxito.
Los inicios renovadores con los que empezó y el fracaso total que tuvo, le hicieron recapacitar y buscar otra forma de hacer teatro. De ahí que tuviera que ‘’inclinarse por obras de gran éxito en lugar de comprometerse con una producción exigente, pero minoritaria e incomprendida[3]’’.
A pesar de unos inicios un poco impopulares, consigue llegar al éxito con sus obras La noche del sábado, Rosas de Otoño y Los intereses creados, un teatro nuevo hecho a la medida de la burguesía. Más adelante, podemos encontrar la obra La Malquerida, que analizaremos en el siguiente apartado. Con todas estas obras es capaz de captar las esencias de las esferas sociales a través de muchos personajes. A través de la ironía y el lenguaje es capaz de cuestionar a todas las capas sociales, sin dejar de cuidar la técnica.
En 1912 ingresará en la Real Academia Española, y conseguirá el Premio Nobel de Literatura diez años después. Ha sido un autor polifacético, que ha sido capaz de pasar de largo la fuerte censura de la dictadura franquista con obras adictas al régimen, así como otras más alejadas de sus ideas. Muere a los 87 años en Galapagar, cerca de Madrid.
ESTRENO DE LA OBRA
Tras obtener un gran renombre, incluso después de ingresar en la Real Academia, escribe la que será su obra más famosa y de mayor calidad, La Malquerida. Es un drama rural que se estrenó en 1913 en el Teatro de la Princesa de Madrid. Es una obra innovadora, que acaba con el costumbrismo y su visión ideal campestre. Introduce el drama en la historia y un sinfín de innovaciones técnicas que lo alejan del drama tradicional. Así este autor conseguirá, a pesar de las dificultades, adquirir un gran éxito y erigirse como uno de los dramaturgos más importantes de la literatura española.
ESTRUCTURA DEL TEXTO DRAMÁTICO
Como es de esperar, la obra de Benavente se estructura en tres partes, divididas en diferentes escenas, siguiendo una la estructura clásica compuesta por la introducción, el nudo y el desenlace.
En el primer acto, la introducción, nos encontramos en casa de Esteban y Raimunda. Su hija Acacia está comprometida con el apuesto Faustino, que ha venido a visitarla el día antes de la boda. Nos encontramos en la escena a cuatro mujeres, que hablan de la novia. Su madre recuerda cómo se quedó viuda y sin tres hijos, y tuvo que casarse con Esteban, padrastro de Acacia, que no tenía hijos. Hablan del amor que su primo Norberto sentía por Acacia, y cómo ella, aunque estaba enamorada de él no quiso casarse con este. Al tiempo llega Faustino, y su padre, el tío Eusebio, acompañados de Esteban. Se saludan todos, mientras alaban las maravillas de ese matrimonio. Pronto se despiden porque deben volver a casa donde la madre del futuro esposo le espera. Tras marcharse llega la criada Juliana, que añora a su hija muerta. Al final quedan solo Acacia y Milagros que empiezan a mirar algunos de los regalos del padrastro, hasta que de repente escuchan el fatídico disparo. Su madre llega entre gritos y sollozos, diciendo que Faustino había muerto asesinado por un disparo directo al pecho, cayendo de su caballo. Estamos al comienzo de la historia, donde el pueblo se divide entre los que piensan en que ha sido Norberto el asesino, y los otros que no saben quién ha sido. En definitiva, todos se unen en un mismo fin: la búsqueda de justicia. Para ello empiezan a rezar destrozadas.
En el segundo acto aparecen Esteban y su mujer Raimunda lamentándose con Juliana de lo sucedido. Mientras tanto, Acacia está cosiendo perturbada en la otra parte. Esteban cuanta la división del pueblo en dos bandos: los que junto a Eusebio, defienden la culpabilidad de Norberto, y aquellos, que junto a la justicia, defienden su inocencia.
Acacia cuanta su miedo ante esta realidad, sentimiento acompañado por su madre, que piensa que podría haber sido un intento fallido de matar a su marido. La preocupación inunda sus vidas, sin saber respuesta alguna.
Aparece el tío Eusebio enfadado porque la justicia ha soltado a Norberto, y quiere tomarse la justicia por su mano. Raimunda es clara, piensa que si la justicia lo ha liberado es que Norberto es inocente. Sin embargo, Eusebio se empeña en convencerse en que su hijo a muerto a causa de la boda con Acacia, y que esta sabe algo más de la historia. Discuten de forma larga y tendida, exponiendo sus contraposiciones, mientras Esteban intenta hacer de intermediario, hasta que llega Julio a encrespar la situación.
Al salir Eusebio, se produce la inminente llegada de Norberto, que llega acongojado y que confiesa que piensa que el rubio y el Esteban habían matado a Faustino.
En esta conversación aparece la copla ‘’La Malquerida’’, a la vez, que Norberto le confiesa todo y Raimunda abre los ojos, y se da cuenta que Esteban era el culpable. Raimunda llora ante la clarividencia que tiene de todo, y desea seguir ciega.
Entra Acacia y le confiesa la verdad a su madre, mientras los hijos de Eusebio quieren matar a Norberto. Esteban llega y Raimunda empieza a increparlo dolorida, mientras la gente la ve.
El tercer acto comienza con el diálogo entre Raimunda y su criada Juliana. La ama está turbada por el engaño de su marido. Mientras, Norberto está herido, aunque no tanto como querrían sus amigos para vengarlo. Acacia y Juliana discuten sobre la honra de la familia después de todo lo ocurrido. Juliana descubre el amor inconsciente que Acacia tenía por su padrastro, cuando en realidad odiaba más a su madre que a él.
El Rubio y Esteban discuten sobre lo que harán, y el miedo a que las mujeres lo cuenten todo. Por eso, Acacia debe callar por el honor familiar. Esteban se arrepiente de todo y se lo dice a su mujer, que no quiere acabar con el honor de su familia.
Tras hablar con su marido, decide mandar a Acacia a otro lugar, e intentar vivir como antes, para no perder el honor, ni destrozar sus vidas. Sin embargo, Acacia cambia de actitud y le reprocha esto a su madre.
Esteban vuelve a entrar en escena, y Acacia confiesa su amor hacia el con un beso. Raimunda empieza a gritar y llama a todo el mundo para enseñarles la verdad. Esteban entre el tumulto dispara a su mujer, que no puede esconder el amor a hacia su hija, a pesar de todo. Acacia llora amargamente y se arrepiente de todo, y se reconcilia con su madre que está luchando contra la muerte de bala.
PERSONAJES PRINCIPALES
Hay muchos personajes importantes, aunque consideraré principales a los que comparten dos situaciones, que podemos llamar como los dos triángulos amorosos de la obra.
En primer lugar, el triángulo amoroso formado por Faustino, Acacia y Norberto.
Acacia, es la principal, la víctima y la culpable de toda la situación de la obra. La mentira continua que mantiene en su vida lleva a su futuro esposo a ser asesinado. Aunque aparece al principio de la obra como callada y víctima, acabará la obra en un momento de éxtasis en el que confesará la verdad con crueldad, besando a su padrastro, sin importarle su honra ni nada. El amor hacia su padrastro le duele, pero no puede ocultar sus sentimientos al final. Sin embargo, al final se arrepiente y vuelve a lado de su madre. Es una muchacha sencilla, que debe sufrir las consecuencias de un amor prohibido en una sociedad tradicional en la que debe vivir.
Faustino, el galán que la corteja y va a casarse con ella, aparece como un hombre tradicional, que siente poco por ella, pero que quiere cortejarla para casarse con ella. La convención los lleva a casarse, hasta que la muerte acaba con tal pretensión. Acompañado de su padre llega a la casa de su prometida antes de la boda para los preparativos.
Norberto, es el primo de Acacia, que estuvo comprometido con ella, pero que por culpa de Esteban tiene que dejarla por la presión que siente. Lo han culpado de matar a Faustino, para que no se casen, aunque en realidad sabe que él no es el culpable. Llega a casa de su tía y le cuenta la verdad. Aparece herido durante la obra, pero logra salvarse y no morir injustamente.
En segundo lugar, encontramos al segundo triángulo amoroso, formado de nuevo por la hija Acacia, y su padrastro Esteban y su madre Raimunda.
Raimunda es una mujer de la época, madre de Acacia, viuda de un primer marido y a la que se le mueren tres hijos. La voluntad de querer llevar una vida normalizada hace que se convierta en una mujer alejada de la realidad de su hija, cegada de la verdad. Quiere ser una madre perfecta, capaz de sacrificar la vida de su hija, a la que quiere mandar lejos de casa, por mantener la honra familiar.
Esteban es el padrastro de Acacia, con el que su madre se casó tras su viudez. Está enamorado de su hijastra, por la que siente una gran pasión. Aunque es presentado como un hombre bueno y leal, en realidad es el criminal y el culpable de todo. Se encuentra entre el debate de seguir con su mujer con honor y tranquilidad, o dejarse llevar por el amor apasionado por su hijastra.
PERSONAJES SECUNDARIOS
Son muchos los personajes secundarios, pero no por ello menos importantes de la obra.
Entre los más importantes están el tío Eusebio, padre de Faustino, que aparece primeramente con su hijo antes de la boda, y luego vuelve a aparecer enfadado y lleno de ira. Quiere vengar, junto a sus hijos, la muerte de Faustino. Se pelea con Raimunda, porque no entiende cómo puede haber gente en el pueblo que defienda a Norberto.
Juliana, la criada, aparece con mucha asiduidad en la obra, casi más que alguno principal. Es la que despierta en Acacia la conciencia de culpabilidad, y la primera en darse cuenta que esta no odia a su padrastro, sino que en realidad lo que hace es amarlo. Es fiel a su señora, lleva muchos años en la familia, pero en lugar de mostrarse sumisa y callada, se muestra habladora y capaz de intervenir en la obra para cambiar la realidad en la que vive.
El Rubio, en cambio, es el criado del padrastro, pagado para matar a Faustino. Se muestra sumiso a él en todo, excepto cuando tiene que defender su propia vida ante Esteban, que por miedo a que hable lo quiere matar. Aparece al final de la obra, junto a su amo y será personaje clave en la obra, ya que mata a Faustino, acto que lleva a todo el argumento de la obra.
Además aparecen otros personajes, como las mujeres, entre las que están Milagros, amiga de Acacia, a la que le muestra los regalos que Esteban le hacía. También aparece doña Isabel y otras más del pueblo.
Encontramos también a otros personajes del pueblo, sobre todo cuando Raimunda increpa a su marido, y cuando este le pega el disparo.
TIEMPO Y ESPACIO.
Toda la obra está situada en el mismo lugar, durante varios días. El día antes de la boda de Acacia y Faustino, todos se encuentran en el pueblo, cuando Faustino es asesinado, y Acacia empieza a llamarse la malquerida.
En el escenario, único es el lugar que aparece. La casa de Raimunda aparece siempre como fondo, aunque muy bien aprovechada en todos sus rincones. El espacio se expande gracias a las diferentes puertas y ventanas que se van abriendo con las voces y gritos de las personas que aparecen en la sala, y por la que van entrando los diferentes personajes.
El centro de la casa es la mesa y las sillas, aunque en las esquinas aparecen muebles y más sitios donde poder sentarse. El autor juega con el espacio para mostrar los diferentes diálogos.
En los diálogos se describen otros espacios como el campo y otros lugares del pueblo, donde otros personajes de forma secundaria discuten sobre la culpabilidad de los protagonistas.
El tiempo es difícil de calcular, aunque está claro que pasa algo de tiempo durante la obra. Son argumentos profundos, y discusiones difíciles de realizar en un solo día. A pesar de todas las dificultades con el tiempo, que no podemos saber exactamente, se puede decir que pasan varios días hasta que Esteban es llevado preso al final de la obra, y Norberto es hallado inocente.
A pesar de tener un único especio en el escenario, la escena no carece de tensión y movimiento, gracias al lenguaje, el cambio de vestuario y la entrada y salida de los distintos personajes como veremos después.
EL LENGUAJE DRAMÁTICO.
Al ser un lenguaje dramático se caracteriza por el diálogo. Carece de ninguna descripción y de narrador. Es a través del diálogo la técnica mediante la cual el autor es capaz de transmitir el mensaje.
Las conversaciones que mantienen los personajes utilizan un lenguaje coloquial, propio de la burguesía acomodada de la época. Al estar haciendo un cuadro costumbrista, Benavente quiere utilizar este tipo de lenguaje que refleje con mayor realismo la realidad que quiere mostrar.
La verosimilitud de la obra se realiza con el lenguaje y con la decoración del escenario, que encuadra al espectador dentro de una casa de campo, con personajes típicos de una familia acomodada con criados.
Debido a este rango social que ocupan los protagonistas y el resto de personajes encontramos un sinfín de expresiones coloquiales puestas en boca de los actores y actrices. Ejemplo de esto son el uso de la delante de los nombres propios como la Acacia, o la elisión de la –d- en los participios, abreviaciones de palabras como pa en lugar de para.
La capacidad que tiene Benavente para llamar la atención del público mediante el lenguaje es excepcional. Es capaz de hacer que cada uno de los personajes sea único, de forma que el público pueda captar la psicología interna de cada uno de ellos. Todo esto destaca frente a la escasez de cambios de escenario que realiza el autor, y los pocos efectos especiales que utiliza, a pesar de la época en la que escribió.
Aunque no precisa el lugar exacto, el lenguaje utilizado tiene rasgos del español de Castilla o de Madrid, utilizado con buen estilo, intentando marcar sobre todo el rasgo rural de este drama. Destaca la gran capacidad irónica que tiene nuestro autor, que se refleja en los diálogos. Este sarcasmo da lugar a muchas situaciones nuevas de la obra.
En cuanto al tono empleado es bastante plano. El hecho de querer adaptarse a un diálogo cotidiano entre hablantes hace que el tono sea monótono, aunque no por ello lleno de contrastes y de significado. Pongo dos ejemplos concretos. El diálogo inicial entre las mujeres introduce al espectador con un tono de cotilleo y crítica. Mientras que el tono elevado empleado en momentos de enfado y tragedia caracteriza otros muchos momentos de la obra, sobre todo a medida que va avanzando la obra va elevando el tono y la tensión.
VESTUARIO, GESTUALIDAD, MAQUILLAJE Y PEINADO
La obra empieza con la reunión de las cinco mujeres. El vestuario femenino se caracteriza por ser largo, ya que la mujer de la época debía ir bastante tapada. La mayoría de ellas llevan falda larga y suelen ir vestida de negro, por el luto. Raimunda era viuda, y tres de sus hijos habían muerto, de ahí que utilizara bastante el luto, al igual que el resto de mujeres. Llama la atención el atuendo de su hija, que en contraposición es de color y llamativo, quizá porque venía su futuro marido a cortejarla.
Aparecen sentadas, en buena postura, casi siempre con las manos juntas en posición de sencillez. Todas aparecen con gestos muy femeninos, con el pelo largo y recogido, y con continuos gestos de amabilidad. No debemos olvidar que el rol de la mujer era el de ser una buena madre y esposa. Aparecen como mujeres piadosas, que rezan por el bien de sus familias y buscan siempre el honor de los suyos.
El vestuario masculino es muy diferente. Todos suelen llevar camisa blanca y traje, e incluso el chaleco debajo o corbata. Suelen aparecer fumando y con una actitud más erguida que la mujer. Mientras la mujer suele mirar más al suelo, el hombre suele tener la cabeza bien alta y hablar con un tono de mayor autoridad.
El cambio de vestuario se produce tras el asesinato de Faustino. Raimunda se quita el luto, y parece ponerse más cómoda para estar en casa, pero siempre tapada hasta con un pañuelo. Su marido se quita la chaqueta y aparece en una actitud y tono más distendido que antes. Su hija Acacia también cambia el vestuario por una camisa y una falda más cómodas.
Notamos también la diferencia entre el vestuario de los dueños de la hacienda y de sus criados. Tanto Juliana como el Rubio aparecen con un atuendo diferente, esta caracterizada por el delantal, aunque Raimunda también lo lleve en algún momento; aquel en lugar de un traje, lleva un pantalón beige de pana y una especie de cinturón grande.
En conclusión, el vestuario nos vuelve de nuevo a mostrar ese cuadro costumbrista de la época que el autor del texto quiere enseñarnos. Un vestuario poco llamativo o innovador, que más bien se ajusta a la época que quiere representar.
En cuanto a la gestualidad, me gustaría destacar el final de la obra. Aunque el telón se cierra, es espectacular el cuadro que nos deja el director de la obra al final de la misma.
Raimunda llora amargamente de rodillas, tras recibir el disparo de su marido, mientras culpa a su hija entre sollozos. Está siendo consolada por su sirvienta Juliana, fiel toda su vida, que la agarra por los hombros. El resto del pueblo en el fondo la rodea, callado y de luto. Mientras su hija, arrepentida se acerca a ella para llorarle. Representa con los gestos la pasión de Jesucristo, y al igual que él, Raimunda salva a su hija con su sangre derramada por entera, de las garras del vil Esteban.
Al final emociona el gesto de la madre que deja caer por completo su cabeza, en ese momento de tensión durante su muerte.
DECORACIÓN, MÚSICA Y EFECTOS
Me impresiona la escasez de música y efectos que aparecen en la representación. El escenario representa un único lugar, aunque lleno de diferentes espacios. A la izquierda del escenario un simple mueble con un sencillo espejo, y una chimenea apagada, representa el espacio donde se mueve Acacia. En este espacio se encuentra con su amiga Milagros, guarda los regalos de Esteban, se encuentra con Faustino, y tiene su encuentro final con su padrastro. Solo se mueve de allí para encontrarse con su madre al final de la obra.
Por otro lado, más al centro encontramos la pequeña mesa y las distintas sillas, centro de la obra donde los personajes dialogan. Es el lugar del encuentro entre los distintos personajes, donde discuten, critican y exponen sus distintas posiciones.
Al fondo de la escena aparecen distintas ventanas y distintos muebles de la casa, que abren más el espacio de la obra. Sin embargo, en la parte delantera encontramos un vacío, espacio donde se mueven el resto de actores y actrices, sobre todo el pueblo y los criados. Un único mueble termina en la parte derecha del escenario, donde Juliana limpia y habla con su ama. Es el único mueble existente ante el espacio necesario para albergar el momento de tensión final, en el que el espectador debe centrar toda su atención.
Más allá del silencio y los aplausos, no encontramos ningún cambio en la decoración ni en la iluminación de las escenas. Tampoco hay música, ni sonidos extraños al diálogo. El único sonido que encontramos es el de los disparos que colmarán de tensión al espectáculo en las distintas partes de la obra.
FICHA ARTÍSTICA
Aunque es un video con poca información, expongo aquí la escasa información que encontramos en él.
DIRECCIÓN ESCÉNICA | Enrique Diosdado |
REALIZACIÓN | Emilio Traspas |
ACTORES Y ACTRICES | Rosa Fontana Ricardo Alpuente Enrique C. Ana Mª Méndez Maite Tojar Carmen Vidal Ángel Quesada Olga Álvarez Miguel Cuevas Socorro Anadón Francisco Fernández |
BIBLIOGRAFÍA
ALBORG, J.L. (1972). Historia de la Literatura Española, Tomo IV. Madrid: Gredos.
MILLÁN JIMÉNEZ, MARÍA CLEMENTA (2010).Textos literarios contemporáneos, literatura española de los siglo XX y XXI. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces.
JOSÉ ROMERA CASTILLA (2013). Teatro español. Siglos XVIII-XXI. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces.