La poesía del poeta cordobés Luis de Góngora es una de las más importantes de la época áurea en España. Es el escritor que inaugura una de las corrientes literarias iniciadas durante el barroco: el culteranismo.

En toda su infinidad de poemas, podemos destacar la elaboración excesiva del lenguaje, en todos los planos, así como el uso de una ingente cantidad de recursos estilísticos y tropos: cultismos, hipérbatos, hipérboles, metáforas, anáforas…

La naturaleza es una de las realidades que más utiliza el autor, cuyo uso más característico es el metafórico, para referirse a distintas realidades. En muchos poemas utiliza los diferentes tipos de flores para referirse a una de las partes físicas de la amada como el rostro, las manos, los labios, los pies, la piel. Por tanto, la naturaleza es el símil mediante el cual Góngora compara en sus versos la belleza de la creación con la hermosura de la amada, sobre todo la belleza física. Para ello emplea flores como la rosa, el clavel, el lirio, el jazmín, la azucena, la violeta, e incluso el Jacinto, como vemos en estos dos poemas.

Aparecen otros elementos de la naturaleza en sus obras, como el río. En su soneto ‘’Cosas, Celalba mía, he visto extrañas’’ se dirige a la amada Celalba, en un contexto donde la naturaleza se muestra convulsa y desordenada. Ríos, montañas, árboles y animales aparecen en este y en otros poemas del autor con diferentes funciones.

En la Fábula de Polifemo y Galatea, además de las flores, aparecen otros elementos de la naturaleza, como el río en el que se convierte el Pastor Acis, y otros ríos de la mitología que se mencionan en su obra. Otros elementos naturales que aparecen son las montañas (versos 65, 345, 414,448), distintos tipos de árboles (encina, pino), playas, paisajes y elementos naturales (nieve, trueno, rayo).

Como hemos dicho, el uso metafórico de las flores es muy frecuente en la poesía de Góngora. Así lo demuestra el uso de las flores en estos dos poemas. El primer soneto, creado en 1609, tiene claras referencias petrarquistas. Las flores, en este caso los lilios y las rosas, nacen cada vez que la mujer con su belleza, posa sus pies en el suelo. Con el uso de la interrogación retórica exalta la belleza de la amada, diciendo que si sus pies son capaces de hacer que nazcan flores, cuánto más harán sus manos y su belleza femenina.

Estos dos tipos de flores que aparecen en el soneto, aparecen en otros muchos autores del siglo de oro, así como en otros poemas de Góngora. Por ejemplo, el autor utiliza la metáfora del pie de la amada en otro romance titulado ‘’Aquí entre la verde juncia’’ donde dice ‘’y el mismo monte se agravia/ de que tus pies no lo pisen,/ por el rastro que dejaban/ de rosas y de jazmines’’.

De esta manera, las belleza de las flores es comparada con la de la amada, que va dejando a su paso un camino de lirios y rosas, perpetuando su belleza en la naturaleza, como si dejara en ella el reflejo de su hermosura. El río Tajo se adorna de los lirios gracias al paso de la amada, así como el espacio se adorna con los pétalos de rosa. El campo semántico colorista es usado también por el autor. De esta manera, el blanco de los lirios es el reflejo de la tez blanca de la amada y de su suave piel. La frescura y la suavidad de la rosa al moverse por el aire simulan el movimiento de la amada.

Lo mismo ocurre en el romance dedicado a Hero y Leandro. Tras explicar las proveniencia de ambos y el encuentro, Góngora prosigue con esta preciosa y rigurosa descripción de la amada, en este caso de la amada. Tras la descripción de la aguileña nariz, compara las mejillas de la amada con la mezcla de los colores de las rosas y los jazmines. El blanco y el rosa de estas flores son la tonalidad perfecta para los carrillos de la amada, al igual que hace en otros poemas como en su romance ‘’Dejad los libros ahora’’, donde también describe la cara de la amada y sus mejillas ‘’terminando las dos rosas’’.

El clavel, es un tipo de flor, que nunca antes había sido utilizado por ningún otro poeta renacentista, pero que Góngora utilizará en bastantes de sus poemas, ya sea como adornos, para reflejar la presencia de la amada o para referirse a sus labios, como en este caso. El clavel es una metáfora de la boca de la amada, así como el ‘’guardajoyas de unas perlas’’ (los dientes) es otra metáfora de la boca. Estas flores y otras muchas aparecen en la Fábula de Polifemo y Galatea, que narra el amor no correspondido del monstruo Polifemo a su amada Galatea, que está enamorada de un pastor, al que el protagonista descubre y mata aplastándolo con una piedra, que luego se convierte en un río.

Comienza el poema, en el verso cuarto, usando las rosas como metáfora de la aurora (‘’que es rosas la alba y rosicler el día’’), que más adelante adornarán la cabeza de Galatea en el verso 105 (‘’Purpúreas rosas sobre Galatea’’).

Los lilios aparecen una vez para describir a la amada en el verso 106: ‘’La Alba entre lilios cándidos deshoja’’. De esta manera los pétalos de las rosas, que anteriormente ha comparado con el Alba, cae ahora sobre la amada, que es descrita como los lilios. El clavel, aparece de nuevo es esta fábula, con el uso metafórico que hemos visto en la Fábula de Hero y Leandro. El clavel representa la boca de la amada, que su amado pastor besa por primera vez en el verso 331. Más adelante, comparará la amada con los claveles: ‘’¡Oh bella Galatea, más suave/ que los claveles…’’

El jazmín, que aparece en la Fábula de Hero y Leandro, aparecerá de nuevo en esta fábula gongorina, al igual que el lirio, una única vez en el verso 179: ‘’Tantos jazmines cuanta hierba esconde’’. La amada que está huyendo, se deja caer en una fuente llenándola de jazmines a su paso, comparándose el color blanco de esta flor con la blancura de la piel de sus brazos y piernas. Otras flores que aparecen en esta fábula son las azucenas, las violas y los alhelíes. En el verso 220  (‘’segur se hizo de sus azucenas’’) en la escena donde la amada está junto al río aparecen por única vez las azucenas, mientras que en el verso 334 (‘’negras vïolas, blancos alhelíes’’) llueven violas y alhelíes tras el beso del pastor con la amada, mientras Polifemo los espiaba.

Podemos concluir diciendo que Góngora, por la influencia de Petrarca, ha utilizado la naturaleza como representación de muchas de las realidades que aparecen en sus poemas. Las flores han sido a lo largo de sus poemas metáforas para describir a la amada, sobre todo en la Fábula de Polifemo y Galatea.

BIBLIOGRAFIA

DE LA PEÑA ÁLVAREZ, Javier. Flores en la poesía española del Renacimiento y Barroco, Universidad Complutense de Madrid, 2009.

GÓNGORA, Luis. Fábula de Polifemo y Galatea, Edición de Jesús Ponce Cárdenas, Cátedra, 2010.

MENÉNDEZ PELÁEZ, Jesús. Historia de la literatura española Volumen II: Renacimiento y Barroco, ed. Everest, 2005.

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