Comentario literario:

Este texto literario de género lírico pertenece a la primera parte del Estudiante de Salamanca de José de Espronceda. Se encuentra dentro del conjunto de poesía narrativa que‘’desde el punto de vista formal destaca su polimetría, que abarca más de veinticinco metros diferentes’’[1]. En el caso concreto de este fragmento utiliza el metro octosílabo, uno de los metros más utilizados por los poetas románticos. En cuanto al género podemos recoger aquí las palabras de Juan Luis Alborg: ‘’El poema, que pertenece al género leyenda, tan grato a los románticos, recoge elementos de la tradición literaria’’[2].

El autor de este fragmento es José de Espronceda (Almendralejo 1808- Madrid 1842) es uno de los autores más representativos del romanticismo español. Juan Luis Alborg lo define como ‘’el nombre más alto y representativo de nuestra lírica romántica, con supremacía que nadie ha discutido’’[3]. Ha encarnado el ideal de poeta romántico de principios del siglo XIX sobre todo a través de la lírica. Este autor tan prolífero ha destacado no sólo por sus poemas, sino también por su capacidad de crear obras tan significativas como El estudiante de Salamanca, a la que pertenece este fragmento.

Esta obra destaca por ser de ‘’estructura compleja y ambiciosa intención’’[4]. La historia de don Félix de Montemar se relaciona con el fatalismo característico del Romanticismo. Su protagonista vive una vida llena de contradicciones, que acaba buscando en la amada todos sus anhelos existenciales llevándolo a la tragedia de la muerte.

De la fecha de publicación de esta obra me basaré en Robert Marrast. Según este autor se habría publicado por primera vez completo en 1840 en Poesías. Sin embargo, podemos ubicar la publicación de este fragmento cuatro años antes ‘’en El Español  del 7 marzo 1836’’[5].

Como poeta romántico, Espronceda hará toda una exhibición de sus sentimientos más profundos, buscando dar un sentido a su vida a través de esta narración poética. En el fragmento que nos atañe se hace una descripción del momento y el lugar en el que se desarrollará la primera escena de la historia. No debemos olvidar que la poesía narrativa romántica española busca ‘’a menudo sus motivos en la historia nacional’’[6].

En este caso el poeta busca el ambiente es lóbrego y hostil, caracterizado por la oscuridad de la noche, así como el tema de los muertos, las iglesias y los castillos.

Los cuarenta primeros versos de El Estudiante de Salamanca son los que encontramos en este fragmento. Se describe la noche en la ciudad de Salamanca, enclave que propiciará el duelo entre dos personajes desconocidos donde caerá uno muerto. Esta primera parte será esencial para comprender el resto de las partes, ya que supone escenario donde se desarrollará el resto de la obra.

Entre sus fuentes e influencias según Marrast encontramos dos leyendas: ‘’la del Burlador y la del estudiante Lisardo’’[7], así como ‘’algunos elementos de la vida de Miguel de Mañara’’[8].

De entre sus poemas, encontramos en El Pelayo por ejemplo algunas reminiscencias de esta descripción. Es interesante comparar los inicios de algunos de los fragmentos con el inicio del fragmento que estamos comentando. En el fragmento segundo encontramos de nuevo esta descripción temporal: ‘’Era la hora en que el mundano ruido/ calma, en silencio el orbe sepultado’’. También el fragmento sexto inicia así: ‘’Era la noche: el trueno pavoroso / ronco estallando en torno retumbaba’’.

De nuevo emplea esta fórmula en su poema Despedida del patriota griego de la hija del apóstata que comienza de esta manera: ‘’Era de noche: en la mitad del cielo/ su luz rayaba la argentada luna’’.

Marrast también lo compara con el Nº 1006 del Romance de Durán que comienza: ‘’Era más de media noche/ cuando en profundo silencio’’[9]. Y es que resulta que esta fórmula se remonta a textos más antiguos: ‘’Eneida (III,147, <<non erat…>>) y se repite como fórmula de la poesía épica renacentista (Tasso, Gerusalemme, <<era la notte>>, II, 99; VI, 100; XII,1)’’[10].

Nos encontramos en el texto con un narrador que describe la escena de forma subjetiva, aunque no deja de tener cierta objetividad. Esta actitud subjetivista le lleva a mostrarnos su visión del mundo. A través de temas como la ‘’noche oscura, tempestad, formas y ruidos misteriosos, ambiente terrorífico…’’[11], el autor deja vislumbrar una escena que la percibe con pesimismo y tristeza, algo muy característico del Romanticismo, desencadenante de la tragedia posterior.

El tema de las ruinas (‘’arruinada iglesia’’) y de lugares tenebrosos (‘’gótico castillo’’) que llena de medievalismo los temas, es uno de aquellos temas innovadores del Romanticismo, que se contrapone con todo el pensamiento neoclásico anterior.

En cuanto a la estructura del contenido del fragmento, desde mi punto de vista hay tres: marco temporal (vv. 1-20), marco espacial (vv. 21-30) y mezcla de los dos marcos (vv. 31-40).

Para enmarcar los veinte primeros versos dentro de ese marco temporal nos podemos fijar en el primer verso, donde específica el momento exacto (‘’más de media noche’’) y el séptimo (‘’era la hora en que…’’). En el verso 15 encontramos que ese ‘’En que’’ se uniría también al verbo ‘’era’’ del verso séptimo.

En cuanto al marco espacial de los versos restantes encontramos tanto muchas referencias a la naturaleza que engloba el espacio (‘’cielo, estrella, viento’’) como aquellas referencias de los edificios (‘’torres de las iglesias, gótico castillo, altísimas almenas’’).

En los 10 últimos versos se mezclan la referencia temporal de ‘’a media noche’’ con la referencia espacial concreta de ‘’la famosa Salamanca’’, enclave donde se desarrollará el poema.

Si nos fijamos en la forma del poema nos encontramos ante un Romance donde sólo rimarían las sílabas pares en e-a, quedando las impares sueltas. Los autores románticos acudían a este tipo de estructura tradicional caracterizada por su sencillez. El uso de esta estrofa se debe a la voluntad del autor de recrear, como ya hemos dicho, una historia popular que se convertirá en leyenda. Así intenta buscar en la tradición una forma que lo ayude en su tarea. ‘’Para la serena descripción paisajística de la segunda parte vuelva a la modalidad del romance’’[12]

Dentro del plano fónico de la lengua encontramos algunas aliteraciones como en el verso 6 (‘’los muertos la tumba dejan’’) con el fin de dar mayor tenebrosidad a la escena, que incluso podría convertirse en onomatopeya del sonido de las tumbas al levantarse. También en los versos 9 y 10: ‘’en que se escuchan/ tácitas pisadas huecas’’. Todos estos sonidos con rasgos fónicos parecidos ayudan a resaltar la oscuridad del poema.

Dentro del plano morfosintáctico nos damos cuenta el predominio de un estilo nominal debido al uso constante de sustantivos, adjetivos y complementos del nombre. Esto se debe a que el poeta más que dar dinamismo a la escena prefiere recrease en la terrorífica escenografía. Se va deteniendo en todo, desde los seres animados que aparecen (muertos, fantasmas, perros…) hasta todo aquel escenario que aparece en escena (castillo, iglesia, viento…).

En lo que respecta al uso de los adjetivos ‘’parece tener, cuantitativamente al menos, una importancia extraordinaria’’[13]: media, antiguas, lóbrego, muertos (v. 5), tácitas, huecas, pavorosas, densas, arruinada, sombrío, negras, gótico… Muchos de estos adjetivos significan oscuridad, catástrofe, miedo… que ayudan al autor a representar ese tétrico escenario.

Destaco el verso 10 ‘’tácitas pisadas huecas’’ donde nos encontramos con un sustantivo y dos adjetivos, como ejemplo paradigmático del estilo nominal del autor. Además, este verso tiene mucha significatividad en el conjunto de recursos del poema ya que como comenta Domingo Yndurain: ‘’La disposición simétrica ADJETIVO+ SUSTANTIVO +ADJETIVO sólo aparece en diez ocasiones’’[14].

La elipsis aparece también como un recurso usado en este fragmento. En el verso 4 faltaría el verbo ‘estaba’ que acompañaría al participio envuelta. Esto se usa para hacer más ágil el predicado, y detenerse más en el complemento ‘en sueño y en silencio’ que es el núcleo descriptor de la oración.

Es interesante el tema del género de algunos sustantivos y adjetivos en este fragmento. En concreto aparecen dos: ‘’pavorosas fantasmas’’(v.11) y ‘’cual negras fantasmas’’ (v.24-25). ‘’El género femenino de fantasma es normal en el Siglo de Oro’’[15] que influirá en este autor, que aunque quiere superar el neoclasicismo, no deja de valorar la antigüedad y se deja influir por ella.

En cuanto a los recursos de este nivel destaco el hipérbaton. Es un recurso utilizado a lo largo de todo el poema en casi todos los versos. Destaco el del verso 23 ‘’silbaba lúgubre el viento’’ para resaltar el adjetivo. Otro hipérbaton aparece en los versos 27 y 28 (‘’del gótico castillo/ las altísimas almenas’’) donde el complemento de almenas está antepuesto[16]. Así el autor destaca el adjetivo ‘’gótico’’ por encima de la estructura que lo encarna, para hacer hincapié en ese ambiente que ya hemos intuido que busca.

Son muchos los hipérbatos del poema donde el adjetivo se antepone al sustantivo: antiguas historias (v.2), temerosas voces (v.8), pavorosas fantasmas (v.11), misteriosos sonidos (v.17), antigua ciudad (v.34), fecundo río (v.35) … 

Otro de los recursos de este nivel es el paralelismo, con el cuál el autor recalca y embellece el poema, además de repetir ciertas sensaciones que quiere expresar de distinta manera. En los versos 1 y 7 se repite el verbo ‘’Era’’ con el cual se recalca la hora en la que tuvo lugar el suceso posteriormente narrado: ‘’Era más de media noche’’(v.1) y ‘’Era la hora en que’’ (v.7). En este último verso encontramos introducida otra locución que se repite varias veces en el poema. La estructura ‘’en que’’ acompaña a los distintos sonidos que se escuchan durante la media noche: ‘’acaso temerosas voces suenan informes’’ (v.7-9), ‘’se escuchan/tácitas pisadas huecas’’ (v.9-10) y ‘’tal vez la campana/ de alguna iglesia/ da misteriosos sonidos’’ (v. 15-17).

Otro paralelismo, pero esta vez en la estructura compuesta por artículo+ adjetivo+ sustantivo, es el de los versos 27 y 28: ‘’y del gótico castillo/ las altísimas almenas’’.

El polisíndeton no es muy característico del poema, pero sí se debe resaltar el uso de la conjunción en los versos 11 (‘’y pavorosas fantasmas’’) y en el 13 (‘’y aúllan los perros’’) que ayudan al poeta a regodearse en la tenebrosidad de su noche, ya que hace que el poema sea más lento.

Al otro lado, el asíndeton aparece en forma de aposición en los últimos versos del poema: de los versos 31 al 37[17].

Dentro del plano léxico-semántico encontramos en primer lugar el recurso de la antítesis. En los versos 5 y 6 encontramos la primera de ellas: ‘’los vivos muertos parecen/los muertos la tumba dejan’’. En estos versos el autor quiere contraponer el mundo que deja atrás la escena y el mundo que entra de lleno en el escenario que nos propone el autor. El mundo de los ‘’vivos’’ puede representar ese mundo neoclásico donde impera la razón, que será sustituido por el mundo de los ‘’muertos’’ que va más allá de lo que los sentidos nos dejan ver. Es este último el mundo romántico, lleno de fantasmas, muertos, misterio y brujas, es el que nos propone Espronceda.

También encontramos diferentes antítesis que quieren de nuevo romper el poema, crear contradicciones en el lector para llamar su atención. Es el caso del verso 33: ‘’de sus dormidos vivientes’’.

En los versos 24 al 26 usa el símil. El autor compara las torres de las iglesias con negras fantasmas, amoldando la realidad de la ciudad a los moldes tétricos y simulando que son personajes que entran en la escena.

Para concluir, me gustaría expresar mi sorpresa ante el interés que tiene Espronceda en expresar de formas muy diversas el misterio que se encuentra en la ciudad que quiere describir aquí. ‘’No cabe duda de que donde Espronceda se extiende a gusto es en la descripción del misterio’’[18], un misterio que quiere descubrir en su vida, pero que nunca logra alcanzar. El anhelo del alma del poeta de encontrar un sentido a su vida lleva a este romántico a detenerse en una descripción que a mí como lector me asombra positivamente.

Por tanto, este ‘’impresionante poema de la noche y de la muerte’’[19] encarna el espíritu romántico inconformista y contradictorio, que se rebela contra la realidad perfecta y aboga por un mundo terrorífico, tétrico y, a la vez, fantástico. Un mundo que se muestra a través de numerosas figuras inverosímiles y plenamente románticas, ayudando al lector a inmiscuirse en este mundo que el poeta quiere presentarle.


[1] Margarita Almela Boix, Textos literarios españoles de los siglos XVIII y XIX (ed. Universitaria Ramón Areces, 2013), p. 188.

[2] Juan Luis Alborg, Historia de la literatura española: El Romanticismo, tomo IV (Madrid: ed. Gredos, 1992), 323.

[3] Ibídem p. 282.

[4] Margarita Almela Boix, Textos literarios españoles de los siglos XVIII y XIX (ed. Universitaria Ramón Areces, 2013), p. 168.

[5] José de Espronceda, El Estudiante de Salamanca, Edición Robert Marrast(ed. Clásicos Castalia, 1978), p. 87.

[6] Margarita Almela Boix, Textos literarios españoles de los siglos XVIII y XIX (ed. Universitaria Ramón Areces, 2013), p. 165.

[7] José de Espronceda, El Estudiante de Salamanca, Edición Robert Marrast(ed. Clásicos Castalia, 1978), p. 9.

[8] Ibídem, p.13.

[9] Robert Marrast, José de Espronceda y su tiempo, (Ed. Crítica, 1989), p. 613.

[10] José de Espronceda, Obras poéticas, Edición Leonardo Romero Tobar (ed. Planeta

[11] José de Espronceda, El Estudiante de Salamanca, Edición Robert Marrast(ed. Clásicos Castalia, 1978), p. 33.

[12] José de Espronceda, El estudiante de Salamanca Edición Benito Varela Jácome(ed. Cátedra, 2005), p. 34.

[13] Domingo Yndurain, Análisis formal de la poesía de Espronceda (ed. Taurus, 1971), p. 177.

[14] Domingo Yndurain, Análisis formal de la poesía de Espronceda (ed. Taurus, 1971), p. 185.

[15] Ibídem, p. 221.

[16] ‘’En español el complemento introducido mediante la preposición de suele colocarse tras el término del cual depende’’. Domingo Yndurain, Análisis formal de la poesía de Espronceda (ed. Taurus, 1971), p. 351.

[17] Domingo Yndurain, Análisis formal de la poesía de Espronceda (ed. Taurus, 1971), p. 279.

[18] Ibídem, p. 286.

[19] José de Espronceda, El estudiante de Salamanca Edición Benito Varela Jácome(ed. Cátedra, 2005), p. 26.

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