Breve reseña:

El pequeño príncipe (Le Petit Príncipe), tras su encuentro con el aviador, es el único capaz de interpretar el dibujo del elefante dentro de una boa. Sorprendido, el aviador escucha la historia del la llegada de este pequeño personaje a su encuentro en el desierto del Sahara donde su avión se había averiado.

Un pequeño asteroide (B-612) con tres volcanes, uno inactivo, y una rosa protegida por una urna y un biombo, componen el ecosistema donde habita el protagonista, que se pasaba el día protegiéndola de las semillas de baobab que acechaban su hogar.

Invitado por la rosa, que creía aprovecharse de él, se fue a viajar por el universo donde visitó seis planetas habitados por distintos personajes: un rey sin sirvientes, un hombre creído, un borracho, el hombre de negocios que se creía dueño de las estrellas, un farolero y un geógrafo.

Recomendado por el último personaje, llegó a la tierra, al desierto. Se encontró a una serpiente, una flor, su propio eco y un jardín lleno de rosa.

Esto lo sumió en una profunda depresión. ¿Qué clase de príncipe era? Mientras lloraba se le apareció un zorro que quería que lo domesticase, con el que entendió el amor a su flor.

El último encuentro con el guardagujas hace comprender al lector el cambio de actitud vital del pequeño joven. La inminente y rara despedida, tras la llegada al pozo, nos introduce en una profunda reflexión sobre la vida y nuestra valoración de las cosas.

Lee un fragmento (Capítulo XXI):

Fue entonces que apareció el zorro:

– Buen día – dijo el zorro.

– Buen día – respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta pero no vio a nadie.

– Estoy aquí – dijo la voz –, bajo el manzano…

– ¿Quién eres? – dijo el principito. – Eres muy bonito…

– Soy un zorro – dijo el zorro.

– Ven a jugar conmigo – le propuso el principito. – Estoy tan triste…

– No puedo jugar contigo – dijo el zorro. – No estoy domesticado.

– ¡Ah! perdón – dijo el principito.

Pero, después de reflexionar, agregó:

– ¿Qué significa «domesticar» ?

– No eres de aquí – dijo el zorro –, ¿qué buscas?

– Busco a los hombres – dijo el principito. – ¿Qué significa «domesticar»?

– Los hombres – dijo el zorro – tienen fusiles y cazan. ¡Es bien molesto! También crían gallinas. Es su único interés. ¿Buscas gallinas?

– No – dijo el principito. – Busco amigos. ¿Qué significa «domesticar»?

– Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro. – Significa «crear lazos…»

– ¿Crear lazos?

– Claro – dijo el zorro. – Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo…

– Comienzo a entender – dijo el principito. – Hay una flor… creo que me ha domesticado…

– Es posible – dijo el zorro. – En la Tierra se ven todo tipo de cosas…

– ¡Oh! no es en la Tierra – dijo el principito.

El zorro pareció muy intrigado:

– ¿En otro planeta?

– Sí.

– ¿Hay cazadores en aquel planeta?

– No.

– Eso es interesante ! Y gallinas ?

– No.

– Nada es perfecto – suspiró el zorro.

Pero el zorro volvió a su idea:

– Mi vida es monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen, y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida resultará como iluminada. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los demás. Los otros pasos me hacen volver bajo tierra. Los tuyos me llamarán fuera de la madriguera, como una música. Y además, mira ! Ves, allá lejos, los campos de trigo ? Yo no como pan. El trigo para mí es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. Y eso es triste ! Pero tú tienes cabellos color de oro. Entonces será maravilloso cuando me hayas domesticado ! El trigo, que es dorado, me hará recordarte. Y me agradará el ruido del viento en el trigo…

El zorro se calló y miró largamente al principito:

– Por favor…¡domestícame! – dijo.

– Me parece bien – respondió el principito -, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.

– Sólo se conoce lo que uno domestica – dijo el zorro. – Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!

-¿Qué hay que hacer? – dijo el principito.

– Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. – Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca…

Al día siguiente el principito regresó.

– Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; descubriré el precio de la felicidad ! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón… Es bueno que haya ritos.

– ¿Qué es un rito? – dijo el principito.

– Es algo también demasiado olvidado – dijo el zorro. – Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas. Mis cazadores, por ejemplo, tienen un rito. El jueves bailan con las jóvenes del pueblo. Entonces el jueves es un día maravilloso. Me voy a pasear hasta la viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.

Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se aproximó la hora de la partida:

– ¡Ah! – dijo el zorro… – Voy a llorar.

– Es tu culpa – dijo el principito -, yo no te deseaba ningún mal pero tú quisiste que te domesticara.

– Claro – dijo el zorro.

– ¡Pero vas a llorar! – dijo el principito.

– Claro – dijo el zorro.

– Entonces no ganas nada.

– Sí gano –dijo el zorro – a causa del color del trigo.

Luego agregó:

– Ve y visita nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Y cuando regreses a decirme adiós, te regalaré un secreto.

El principito fue a ver nuevamente a las rosas:

– Ustedes no son de ningún modo parecidas a mi rosa, ustedes no son nada aún – les dijo. – Nadie las ha domesticado y ustedes no han domesticado a nadie. Ustedes son como era mi zorro. No era más que un zorro parecido a cien mil otros. Pero me hice amigo de él, y ahora es único en el mundo.

Y las rosas estaban muy incómodas.

– Ustedes son bellas, pero están vacías – agregó. – No se puede morir por ustedes. Seguramente, cualquiera que pase creería que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes, puesto que es ella a quien he regado. Puesto que es ella a quien abrigué bajo el globo. Puesto que es ella a quien protegí con la pantalla. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres para las mariposas). Puesto que es ella a quien escuché quejarse, o alabarse, o incluso a veces callarse. Puesto que es mi rosa.

Y volvió con el zorro:

– Adiós – dijo…

– Adiós – dijo el zorro. – Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

– Lo esencial es invisible a los ojos – repitió el principito a fin de recordarlo.

– Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante.

– Es el tiempo que he perdido en mi rosa… – dijo el principito a fin de recordarlo.

– Los hombres han olvidado esta verdad – dijo el zorro. – Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa…

– Soy responsable de mi rosa… – repitió el principito a fin de recordarlo.

Citas:

  1. Al primer amor se le quiere más, al resto se le quiere mejor.
  2. Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.
  3. Eres dueño de tu vida y tus emociones, nunca lo olvides. Para bien y para mal.
  4. Lo que veo aquí es solo una corteza. Lo más importante es invisible.
  5. Solo se conocen bien las cosas que se domestican.
  6. La autoridad se apoya antes que nada en la razón.
  7. Te miraré de reojo y tú no dirás nada.
  8. ¿De qué te sirve poseer las estrellas?
  9. Uno se expone a llorar un poco si se ha dejado domesticar.
  10. Únicamente los niños aplastan su nariz con los vidrios.
  11. Siempre he amado el desierto. Puede uno sentarse sobre un médano de arena. No se ve nada. No se oye nada. Y, sin embargo, algo resplandece en el silencio.
  12. Los hombres ya no tienen tiempo para conocer nada; compran las cosas ya hechas a los comerciantes; pero como no existe ningún comerciante de amigos, los hombres ya no tienen amigos.
  13. Lo hermoso del desierto es que en cualquier parte esconde un pozo.
  14. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.
  15. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio.
  16. Se enamoró de sus flores y no de sus raíces, y en otoño no supo qué hacer.
  17. Algunas veces abrirás tu ventana solo por placer y tus amigos quedarán asombrados de verte reír mirando al cielo.
  18. Los hombres de tu planeta cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín… Sin embargo, no encuentran lo que buscan.
  19. Solo hay que pedir a cada uno lo que cada uno puede dar.
  20. Tener un amigo es un verdadero privilegio y si uno se olvida de ellos se corre el riesgo de volverse como las personas mayores.
  21. Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras.
  22. A veces no recibes los que das. Pero das lo que eres, y eso es lo importante.
  23. Cuando alguien te haga daño, utiliza su comportamiento como ejemplo para no actuar de esa manera.
  24. Ámate tanto que cuando las cosas no salgan como quieres, sea capaz de darte ánimos para seguir.
  25. La grandeza de una persona no se mide por su dinero, estudio o belleza, sino por la lealtad de su corazón y la humildad de su alma.
  26. El mundo está lleno de buenas personas, si no las encuentras, sé una de ellas.
  27. Si todo sale bien estaré contigo; si todo sale mal, estaré contigo.
  28. Hubo noches en las que yo solo tuve que abrazarme fuerte, días enteros en los que yo me di ánimos para salir adelante, tardes en las que tuve que aconsejarme frente a un espejo, problemas que resolví por mis propios medios, lágrimas que yo mismo limpié de mis mejillas. De todo esto aprendí que puede abandonarme el mundo entero, pero mientras yo no me abandone, todo estará bien.
  29. Si una persona te hace feliz, hazla más feliz a ella.
  30. Duele. Duele un montón. Pero va a pasar, y cuando sane, más fuerte vas a brillar, más alto vas a volar, más libre vas a soñar. Y vas a entender, que algunas historias terminen, para que otras mejores puedan empezar.

Imágenes:

4 thoughts on “El principito (Antoine de Saint-Exupéry)

  1. No hay página de la cuál no coger una cita de este pequeño pero gran libro. Cuántas enseñanzas, y da igual que lo lleve leido una, dos o 5 veces, cada vez que lo tomas entre tus manos aprendes algo nuevo. Depende de tus sentimientos, de tu circulo, tus circuatancias…

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