San Francisco de Sales: Un modelo de santidad para Don Bosco
San Francisco de Sales, nacido casi tres siglos antes de Don Bosco, fue una figura clave en su vida e inspiración. Su influencia fue tan profunda que Don Bosco se propuso imitarlo en la mayor medida posible. De hecho, uno de los tres propósitos que estableció al ser ordenado sacerdote fue: «La caridad y la dulzura de San Francisco de Sales serán mi norma.» Por ello, es esencial comprender la amorevolezza como la dulzura que caracteriza a San Francisco de Sales. Para Don Bosco, especialmente en los últimos años de su vida, esta virtud adquirió un significado especial y se formuló en armonía con el pensamiento del Doctor de la Caridad.
El obispo de Ginebra, conocido por su mansedumbre, paciencia y enfoque amable en la evangelización, dejó una huella imborrable en la figura de Don Bosco. En este breve artículo exploraremos la profunda influencia de San Francisco de Sales en la vida y obra de Don Bosco, revelando cómo su modelo de santidad permeó la pedagogía, espiritualidad y misión entre los jóvenes más pobres de Turín. Descubriremos las huellas que el santo de la mansedumbre dejó en la vida de Don Bosco, haciendo referencia a algunos rasgos específicos que perviven en la espiritualidad juvenil salesiana.
El Descubrimiento de un Modelo
Desde su juventud, Don Bosco se sintió atraído por la figura de San Francisco de Sales. Las lecturas de la vida del santo obispo le revelaron un camino de santidad basado en la amabilidad, la comprensión y la cercanía con la gente. En un contexto social marcado por la rigidez y la imposición, la dulzura y la persuasión de San Francisco de Sales se alzaban como un modelo a seguir. Don Bosco, consciente de su propio temperamento impetuoso y enérgico, encontró en San Francisco de Sales un ejemplo de dominio propio y transformación personal. Reconoció que la verdadera santidad no radicaba en la imposición, sino en la atracción a través del amor y la bondad. Esta convicción se convertiría en la piedra angular de su sistema educativo. San Francisco de Sales no solo lo inspiró a nivel personal, sino que también influyó profundamente en su visión educativa. Don Bosco comprendió que la verdadera santidad no se imponía desde el autoritarismo o el miedo, sino que debía surgir de la atracción que genera el amor auténtico y la bondad sincera.
El oratorio de san Francisco de Sales
La importancia de San Francisco de Sales en la obra de Don Bosco es evidente en el nombre que dio tanto al primer oratorio como al último en Valdocco: ambos fueron bautizados como el Oratorio de San Francisco de Sales. En relación con el primero, Don Bosco dejó escritas dos razones para elegir este nombre:
“1.ª, porque la marquesa de Barolo abrigaba la intención de fundar una congregación sacerdotal con dicho título, por lo que hizo pintar la imagen del santo, que todavía se contempla a la entrada del local; 2.ª, porque nuestro ministerio exige gran calma y mansedumbre, nos pusimos bajo la protección de san Francisco de Sales…”
En 1846, cuando estableció definitivamente el oratorio en Valdocco, Don Bosco, cuatro años después, comenzó la construcción de una iglesia más digna y adecuada para el culto. Esta iglesia también fue dedicada a San Francisco de Sales, reafirmando así la centralidad de este santo en su misión.
Nos llamaremos salesianos
El 26 de enero de 1854, Don Bosco propuso a cuatro jóvenes —Rocchietti, Artiglia, Cagliero y Rua— realizar «con la ayuda del Señor y de San Francisco de Sales, una experiencia práctica de caridad hacia el prójimo». A quienes se comprometieran a practicar esta virtud, les dio el nombre de «Salesianos». Don Bosco era un gran devoto de san francisco de sales y por ello celebraba en el oratorio las conferencias de san francisco de sales en torno a la fiesta que se celebraba en su época el 29 de enero. Aquel 26 de enero era el primer día del triduo a San Francisco de Sales. No era el comienzo de la fundación de su congregación, pero sí la semilla que dio comienzo a una nueva forma de entender el funcionamiento del oratorio de Valdocco.
Congregación de San Francisco de Sales
En 1859, Don Bosco fundó la Sociedad de San Francisco de Sales, una congregación con el propósito de promover y conservar el espíritu de la verdadera caridad que se requiere en las obras de los oratorios para la juventud abandonada y en peligro.
Dadme almas, y llevaos todas las demás cosas
El artículo 4 de las constituciones de los salesianos habla sobre el programa de vida que Don Bosco nos señaló con la máxima: Da mihi ánimas, cétera tolle. En el capítulo octavo de la Vida del jovencito Savio Domenico, alumno del oratorio de San Francisco de Sales, tras el conocido encuentro entre ambos santos, don Bosco escribe lo siguiente: Llegando a la casa del oratorio, fue a mi despacho para ponerse, como él decía, totalmente en manos de sus superiores. Su mirada se dirigió enseguida a un cartel en el que, con grandes caracteres, están escritas las siguientes palabras que solía repetir San Francisco de Sales: Da mihi animas, coetera tolle. Se puso a leer atentamente, y yo deseaba qué entendiese su significado. por eso le invité, más aún, le ayude a traducirlas y sacar este sentido: oh señor, dadme almas, y llevaos todas las demás cosas. él pensó un momento y después añadió: he entendido; aquí no hay negocio de dinero, sino negocio de almas, he entendido; espero que mi alma forme también parte de este comercio.