El amor a Don Bosco podría hacernos pensar en una muerte idealizada donde el santo rodeado de sus hijos más queridos dejara el último día de su vida alguna frase o legado para el futuro de su Congregación. En cambio, sus últimos días fueron más bien difíciles. A partir del 21 de enero su condición se deterioró bastante. Aunque tras un período de fuerte crisis entre el 20 y el 31 de diciembre, una aparente recuperación parecía traer de nuevo a Don Bosco entre sus hijos, lo cierto es que cae de nuevo enfermo con bastantes dolores. Él mismo le dirá a su secretario: “Me parece que tengo el cuerpo hundido en un agujero”.
A pesar de su gravedad, siguió recibiendo bastantes visitas, escuchando la misa y recibiendo la santa comunión. Lo cierto es que en sus últimos días fue dejando algunos mensajes como últimos recuerdos:
- “Adelante, siempre adelante” (28 enero)
- “Di a los jóvenes que los espero a todos en el paraíso” (28 enero a Don Dalmazzo)
- “Rezad por mí y que los jóvenes reciban la Sagrada Comunión” (28 enero).
- “Cuando hables o prediques, insiste en la comunión frecuente y la devoción a María Santísima” (28 enero a Don Bonetti).
- “iSiempre he puesto mio confianza en María Auxiliadora. A tus parientes recomienda siempre la comunión frecuente y la devoción a la Virgen Auxiliadora” (28 de enero a Don Viglietti).
- “Si las hermanas observan las Reglas que les han sido dadas, su salvación está asegurada. (28 enero)
- “¡Jesús..! ¡Jesús! ¡María! ¡María!|Jesús y María os entrego mi alma con mi corazón. In manus tuas Domine, commendo… commendo Spiritum meum. ¡Oh Madre… Madre, ábreme las puertas del Paraíso! […] ¡Madre, Madre! ¡Mañana! ¡Mañana! (29 enero).
La muerte de Don Bosco: 31 de enero de 1888
1 3⁄4 entró en agonía, D. Rua y Monseñor Cagliero recitaron oraciones por él – continuó con el jadeo constante hasta los 4 y 3⁄4. Se escuchaba el Ave María en nuestra iglesia. D. Bosco aminoró el respiro… medio minuto después era blanco cadáver, estaba en el paraíso!!!
Crónica original de Carlo M. Viglietti
Don Bosco murió sin violencia. Nos mantuvimos de rodillas y mirándole. Parecía dormido. Pero su alma ya había volado al cielo para recibir en e hermoso paraíso de Dios, la recompensa preparada para él por sus virtudes heroicas y sus trabajos. No se puede describir el dolor que todos expe. rimentamos en esos momentos. Aún de rodillas, alrededor de la cama, se. guimos rezando y llorando. No podíamos retirar nuestros ojos de aquel rostro venerado. Parecía que iba a despertar en cualquier momento y dirigirnos alguna palabra más de aliento y de consejo. Todo el mundo estaba abrumado por el dolor. Pero don Rua dijo: «Nos hemos quedado doblemente huérfanos. Pero consolémonos. Si hemos perdido un padre (en la tierra), hemos adquirido un protector en el cielo. Mostrémonos dignos de él, siguiendo sus santos ejemplos. Él intercederá ante el trono de Dios y de María Santísima por todos sus amados hijos huérfanos en la tierra.
Podéis estar seguros de que Don Bosco estará siempre vivo entre nosotros. Vamos a mantener vivo su espíritu y lo vamos a transmitir también a nuestros jóvenes. Si se hace esto, Dios hará que nuestro padre Don Bosco viva entre nosotros hasta el fin del mundo
Memorias de Pietro Enria
Adiós, mis queridos y amados hijos en jesucristo
El 24 de diciembre de 1887 Don Bosco confió un pequeño cuaderno, conocido hoy como Testamento Espiritual, a Don Viglietti para que se la entregara a don Juan Bonetti, director espiritual general. Fue escrito entre 1884 y 1887. Entre estos escritos, en la página 27 encontramos esta preciosa carta de despedida, escrita probablemente en 1884, que es un legado que el santo deja a todos sus salesianos.
Mis queridos y amados hijos en Jesucristo:
Antes de partir para mi eternidad, debo cumplir con vosotros algunos deberes y satisfacer así un vivo deseo de mi corazón. Ante todo, os agradezco con el más vivo afecto de mi corazón la obediencia que me habéis prestado y cuanto habéis trabajado para sostener y propagar nuestra Congregación.
Yo os dejo aquí en la Tierra, pero solo por un poco de tiempo. Espero que la infinita misericordia de Dios haga que nos podamos encontrar todos un día en la feliz eternidad. Allí os aguardo. Os recomiendo que no lloréis mi muerte. Es una deuda que todos tenemos que pagar, pero después nos serán ampliamente recompensados todos los sufrimientos soportados por amor a nuestro Maestro Jesús.
En lugar de llorar, haced firme y eficaz propósito de permanecer seguros en la vocación hasta la muerte. Vigilad y procurad que ni el amor del mundo, ni el afecto a los parientes, ni el deseo de una vida más cómoda os induzcan al gran error de profanar los sagrados votos y traicionar así la profesión religiosa con la que nos hemos consagrado al Señor. Ninguno tome otra vez lo que hemos dado a Dios.
Si me habéis amado hasta ahora, seguid haciéndolo en adelante con la exacta observancia de nuestras Constituciones. Vuestro primer rector ha muerto. Pero nuestro verdadero superior, Cristo Jesús, no morirá. Él será siempre nuestro maestro, nuestro guía, nuestro modelo; pero recordad que, a su tiempo, Él mismo será nuestro juez y recompensará nuestra fidelidad en su servicio.
Vuestro rector ha muerto, pero será elegido otro que cuide de vosotros y de vuestra eterna salvación. Oídlo, amadlo, obedecedlo, rogad por él, como lo habéis hecho por mí.
Adiós, queridos hijos, adiós. Os espero en el cielo. Allí hablaremos de Dios, de María, madre y sostén de nuestra Congregación; allí bendeciremos eternamente a nuestra Congregación, la observancia de cuyas reglas contribuyó poderosa y eficazmente a salvarnos. Sit nomen Domini benedictum ex hoc nunc et usque in saeculum. In te, Domine, speravi non confundar in aeternum.
Memorias del 1841 al 1884-5-6