Carlo Acutis, nacido en 1991 y beatificado por el papa Francisco el 20 de octubre de 2020, es un claro ejemplo de un joven del siglo XXI que se dejó transformar por el poder de la Eucaristía. Para él, la unión con Jesús a través de este alimento espiritual se convirtió en su programa de vida. En este post te invito a reflexionar sobre la eucaristía leyendo algunas frases de Carlo Acutis:

  1. «La eucaristía es mi autopista hacia el cielo»
  2. Si lo reflexionamos bien, nosotros somos mucho, pero mucho más afortunados que aquellos que vivieron hace más de 2000 años junto a Jesús en Palestina. Los apóstoles, los discípulos, la gente de aquel tiempo, sí podía encontrarlo, tocarlo, hablar con él, pero estaban de todos modos limitados por el espacio y por el tiempo. Muchos tenían que hacer kilómetros a pie para encontrarlo, pero no siempre era posible acercarse a Él, porque estaba siempre rodeado de gente. […] A nosotros nos basta ir a la iglesia más cercana, y ¡tenemos “Jerusalén” debajo de casa!. 
  3. Estar siempre unido a Jesús, este es mi programa de vida. 
  4. La eucaristía es todo el Cielo caído aquí abajo en el exilio. Cuando vas a la iglesia piensa: ¡Voy al Paraíso!
  5. Si Jesús se queda con nosotros, allí donde esté una hostia consagrada, ¿qué necesidad hay de hacer una peregrinación a Jerusalén para visitar los lugares donde ha vivido Jesús hace más de 2000 años? ¡Entonces también los tabernáculos tendrían que ser visitados con la misma devoción!
  6. Se necesita entrar en la mentalidad del tabernáculo. Es una mentalidad toda especial. El bautismo es la regeneración espiritual. La eucaristía es el alimento espiritual. 
  7. La historia de los tabernáculos es la historia de la salvación que desde hace más de dos milenios, en modo incruento, se reactualiza cada minuto y segundo en todo el globo.
  8. De frente al sol nos bronceamos, pero de frente a Jesús Eucaristía nos convertimos en santos.
  9. Cuando un fino rayo de luz entra en una habitación poco iluminada, el polvo en el aire se puede ver a simple vista, de hecho serán los granos de polvo que se encuentren en el camino del haz de luz los que difundan la luz en cada dirección, como ocurre con la luna que es visible en el cielo por la noche. De la misma manera sucederá con nuestra alma. Al hacer la adoración eucarística, seremos impactados por la luz que la Eucaristía desprende y así podremos ver todo ese «polvo» que contamina nuestra alma y nos impide avanzar por el camino de la santidad que normalmente no es posible ver. a simple vista. 
  10. Si los cristianos entendieran lo que es la Misa, competirían por entrar a la iglesia, por nunca salir de ella, porque verdaderamente es un acto creativo de vida dentro de nosotros y es la vida misma de Jesús. La Misa no es una devoción: la Misa es un acontecimiento, algo grande que sucede dentro de nosotros, en nuestra vida, en el que estamos involucrados con Jesús, como co-inmolados con Él. La Misa no es otra cosa que el sacrificio de la Cruz, el único sacrificio eterno que se renueva y que nos involucra íntimamente en nuestro ser miembros de su Cuerpo. Cristo es un ser colectivo: si Él es sacrificado, nosotros somos co-sacrificados con Él, si Él es inmolado, nosotros también somos co-inmolados con Él… El Paraíso ya está dentro de nosotros y ya estamos en el Paraíso. Sin embargo, mientras estemos en esta tierra, este amor está crucificado; No en vano Jesús quiso permanecer con nosotros en su amor sacrificado, en el sacramento de la Eucaristía. Decir que amas a otro y no aceptar la Cruz que el otro conlleva es una broma. La característica del amor en esta tierra será siempre la de ser un amor crucificado. Unidos a Jesús, su amor crucificado nos genera; pero es una Cruz que da vida, no muerte: su Cruz da Resurrección, por eso no hay tristeza ni desesperación. Sería desesperación si sufriéramos por algo que no da vida. Esta ósmosis se produce en la Eucaristía: el amor sacrificado de Cristo me toma y transforma mi persona, mis sentimientos, mi voluntad, todo mi ser. Entro en Jesús, en su misterio íntimo y me convierto en Él, alcanzando esa comunión esencial y fundamental con mi Señor para la que fui creado. Él pasa a través de mí y yo paso a través de Él. Si empiezas a ir a Misa todos los días, no podrás parar. Y te aseguro que te pasará esto: si antes no encontrabas tiempo para hacer nada, después de ir a Misa encontrarás el tiempo para hacer todo. ¡Haced la experiencia!. 
  11. Durante la consagración – dijo – debemos pedir gracias a Dios Padre por los méritos de su Hijo Unigénito Jesucristo, por sus Santas Llagas, su Preciosa Sangre y las Lágrimas y Dolores de la Virgen María que, siendo Su Madre, más que todos puedan interceder por nosotros.» Al final de la consagración hacía siempre esta oración: «Por el Sagrado Corazón de Jesús y por el Inmaculado Corazón de María os ofrezco todas mis peticiones y os pido que me las concedáis». Tan pronto como Carlo recibió a Jesús en la Eucaristía dijo: «¡Jesús, entra! ¡Siéntete como en casa!». Repetía a menudo: «¡Vas directo al cielo si te acercas todos los días a la Eucaristía!». Para Carlo era muy importante dar gracias después de recibir la Comunión.
  12. Mucha gente no comprende cabalmente el valor de la santa misa, porque si se dieran cuenta del gran regalo que el Señor nos ha dado al donarse como nuestro alimento y bebida en la santa Hostia, irían todos los días a la Iglesia a participar de los frutos del sacrificio celebrado, ¡y renunciarían a muchas cosas superfluas!

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