Siempre me ha parecido increíble la capacidad que tuvieron los primeros salesianos y salesianas para propagar la devoción a María Auxiliadora. Muchos son los lugares de los que muchos de estos religiosos y religiosas se han marchado debido a que ha mermado el número de vocaciones y en los que ha quedado todavía aquella imagen de la Virgen auxiliadora con muchos devotos. Otros son los lugares en los que nunca han vivido estos consagrados, pero a los que sí ha llegado la devoción a la virgen. Es increíble cómo una devoción tardía en la vida de don Bosco ha podido ser tan importante en la historia del carisma salesiano, advocación de la virgen sin la cual no se entiende ni la fundación de las Hijas de María Auxiliadora, ni el propio carisma salesiano. Con este pequeño artículo me propongo hacer un recorrido por la vida de don Bosco con dos objetivos: demostrar cuál fe la verdadera devoción de don Bosco a María de Nazaret, y cómo se gestó su última convicción de tener que llevar a todas las partes del mundo el Maria Auxilium Christianorum ora pro nobis que rezamos cada uno en nuestro propio idioma con tanta devoción no sólo en el mes de Mayo, sino durante toda nuestra vida.
Todo comenzó con su madre Margarita.
En el famoso sueño de los nueve años, Jesús se presenta como “el hijo de aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día”. Mamá Margarita, como gran mujer creyente que era, enseñó a su hijo lo que la tradición de la Iglesia venía enseñando desde que en 1724 el papa Benedicto XIII instaurara el rezo del Ángelus, que debía hacer de rodillas por la mañana, a medio día y a la tarde. Más tarde, el papa Benedicto XIV en 1742 sustituiría este rezo por el Regina Caeli durante el tiempo pascual.
Desde su nacimiento, tanto el mismo don Bosco, como sus salesianos, han querido relacionar toda la vida del fundador con la presencia viva de la virgen auxiliadora. De esta manera, don Lemoyne en el primer tomo de las memorias biográficas narra el día del nacimiento de Juanito Bosco de la siguiente manera:
Pocos meses después de que el Sumo Pontífice instituyera la fiesta de María Auxiliadora de los Cristianos, la noche del dieciséis de agosto, en plena octava de la Asunción de la Virgen al cielo, nacía el segundo hijo de Margarita Bosco.
Seguramente, don Lemoyne quedó impactado tras descubrir que en la partida de bautismo de don Bosco no ponía que había nacido el 15 de agosto, como él estaba acostumbrado a celebrar en Valdocco. Como consta en la partida de bautismo de Bosco Joannes Merchior, el día 17 de Agosto de 1815 fue bautizado en su parroquia de Castelnuovo, y habría nacido en la víspera del día anterior. A pesar de esto, don Bosco siempre celebró su cumpleaños el día 15, día de la Asunción de la Virgen, convencido de que había sido María la que desde su nacimiento había guiado sus pasos.
Desde pequeño, Juanito tuvo una gran devoción a la Madonna, como llaman a la virgen en Italia. Como narran las memorias biográficas, ‘’en su casa se entretenía haciendo altarcitos con estampas de María Santísima, que adornaba con ramas y flores del campo, y luego llevaba a otros niños a verlos’’. Por tanto, siempre tuvo no solo una gran devoción individual a la virgen, sino una gran capacidad para propagarla a los demás. Tampoco debemos olvidar aquellos sermones que contaba a sus compañeros desde pequeño, que siempre terminaban con una Ave María.
Su devoción a la virgen no solo la demuestra en su casa. La llegada a la granja de los Moglia supone un paso más en su vida de devoción a la virgen. La señora Dorotea “después de haberle enseñado las invocaciones de las letanías de la Virgen que él recitaba con algún error, le encargó dirigir por la noche las oraciones de toda la familia reunida ante una imagen de María Santísima”. Diversos episodios, como el encuentro con el anciano José, donde Juanito le muestra la necesidad de rezar el Ángelus, demuestran cómo la adolescencia de don Bosco está llena de gestos de amor a la virgen.
Margarita, su madre, fue sin duda la que le enseñó está devoción. No olvidemos sus palabras cuando deja a Juanito en casa de Juan Roberto en Castelnuovo, para que pudiera continuar sus estudios tras la muerte de don Calosso: ¡Que seas devoto de la Virgen! Y así lo demostró con la gran devoción que demostraba casa vez que iba al Santuario de la Madonna del Castello.
A la edad de 15 años, Juanito se encuentra en Chieri, donde va a estudiar a la escuela municipal, gracias a la hospitalidad de Lucía Matta. Allí conoció al sacerdote Eustaquio Valimberti, párroco de la Iglesia de Santa María de la Escala, a la que Juanito acudía para ayudar en la santa misa. En esta enorme catedral de Chieri, Juanito no solo demostró que la eucaristía era uno de los pilares fundamentales de su vida, sino que era muy fácil verlo a los pies de La Virgen de las Gracias a la que tanto le rezaba mañana y tarde arrodillado en su ubicación en una de las capillas laterales, donde también en muchas ocasiones encontraba al ya seminarista, algo mayor que él, San José Cafasso, el que será su director espiritual.
La devoción mariana de Juan adolescente, como hemos visto fue en constante maduración y cambio, pero lo que siempre tuvo claro fue que la virgen, más allá de la advocación, era la madre de su Señor, y por lo tanto, era un pilar fundamental para su vida cristiana. Así se lo enseñó a sus amigos, tanto a los de la Sociedad de la Alegría que fundó en Chieri, como a su amigo judío Jonás, al que el fervor de Juanito ayudó a su conversión.
Pero fue sin duda será decisiva la amistad con Luis Comollo, el que será el amigo más íntimo de la vida de don Bosco, cuya historia de su muerte muchos conocemos. De una conversación con él, podemos extraer el que será el motivo de la convicción de don Bosco de propagar la devoción a la virgen: “Si María concede tantos favores en favor de este miserable cuerpo, ¿cuántos serán los que concederá en favor de las almas de los que la invocan? ¡Ah! Si todos los hombres fueran verdaderamente devotos de María, ¡qué felicidad habría en este mundo!”
Don Bosco encontrará en su amigo, un referente de devoción a la virgen. Don Bosco nunca olvidaría cuándo en una fiesta del colegio Comollo se perdió y lo encontraron arrodillado rezando el rosario, o el gran consejo que le dio antes de su entrada al seminario de rezar una novena a la virgen.
Por lo tanto, la Virgen de las Gracias fue muy importante en su decisión de entrar al seminario. Fue a ella a la que le hizo la novena, y fue en el altar de esta virgen en el que ayudó a celebrar la última misa de la novena, antes de recibir la carta del sacerdote tío de Comollo que lo instaba a entrar al seminario.
El día de su toma de sotana, en la iglesia de Castelnuovo, rodeado de sus amigos y jóvenes, con 20 años, don Bosco recita esta oración: “Oh Dios mío, haced que en este momento vista yo un hombre nuevo, es decir, que desde este momento empiece una vida nueva, toda según vuestro divino querer, y que la justicia y la santidad sean el objeto constante de mis pensamientos, de mis palabras y de mis obras. Así sea, Oh María, sed mi salvación”. Acaba esta oración invocando a la virgen.
Impresionantes palabras son las que cinco días más tarde, el 30 de octubre de 1835, su madre Margarita, le dirá en su entrada al seminario:
“Querido Juan, ya has vestido la sotana sacerdotal. Como madre, experimento un gran consuelo por tener un hijo seminarista. Pero acuérdate de que no es el hábito lo que honra a tu estado, sino la práctica de la virtud. Si alguna vez llegases a dudar de tu vocación, ípor amor de Dios! no deshonres ese hábito. Quítatelo en seguida. Prefiero tener un pobre campesino a un hijo sacerdote descuidado en sus deberes. Cuando viniste al mundo te consagré a la Santísima Virgen; cuando comenzaste los estudios, te recomendé la devoción a esta nuestra madre; ahora te digo que seas suyo; ama a los compañeros devotos de María; y, si llegas a sacerdote, recomienda y propaga siempre la devoción a María. Al terminar estas palabras mi madre estaba conmovida”
Fueron sin dudas, estos consejos los que llevaron al seminarista Juan Bosco a juntarse con todos los devotos de la virgen como Guillermo Garigliano. En el seminario siguió madurando su amor a la virgen, con el rezo diario del rosario, que incluso rezaría un año más tarde con su amigo Comollo, que había también vestido el hábito. Don Bosco invitaba a sus amigos a rezar el rosario, las vísperas de la virgen o cualquier otra oración en honor de la madre de Dios. Así lo cuenta en las memorias biográficas su compañero J.F. Giacomelli, que estaba admirado de la devoción de Juan por la virgen, que no faltó ningún día, en los cinco años en el seminario, en mostrar esa devoción.
Siendo seminarista, predicó su primer sermón en Alfiano sobre el rosario. Me imagino a Comollo recitando a Juanito el sermón sobre la virgen que su tío le había pedido, y a Juanito recitando a su amigo el sermón que tenía que hacer en Alfino, y que después recitaría en Cinzano, al día siguiente del sermón de Comollo.
Otros muchos sermones vendrán después, como el de la natividad de la Virgen que realizó en Capriglio, el pueblo de su madre. Don Bosco fue un incansable propagador de lo maravilloso que era ser devoto de la virgen, incluso en los momentos más duros de su vida. Uno de ellos fue la muerte de su mejor amigo, con el que tanto había compartido. La dura enfermedad no desanimó la devoción que Comollo tenía a su madre celestial. Poco antes de morir preguntaron a Comollo qué era lo que le consolaba en ese momento, a lo que respondió: “haber hecho algo por amor de María y haber frecuentado la santa comunión”.
La muerte de su amigo marcará la vida de don Bosco, y sin duda todas las muestras de devoción a la virgen que había aprendido de él guiarán su vida. Así, en su último año de seminario, siendo prefecto, uno de los seminaristas de primer año le preguntó: ¿Cree usted que María puede mucho en nuestro favor?, a lo que él contestó: ¡Estaría bueno que un seminarista dudara de ello!
De esta manera, don Bosco durante su infancia y adolescencia, tuvo siempre muy presenta a la virgen es su vida, y es gracias a estas raíces a las que don Bosco debe su convicción por la propagación de la devoción a la virgen.
Precioso artículo. Gracias por aumentar la fe de los que te leemos.
Muchas gracias. Me alegro de que te guste. Espero que sirva.