
El 24 de diciembre de 2024, la celebración eucarística comenzó con la apertura de la Puerta Santa para el Año Jubilar 2025. Tras el canto «In Domum Domini laetantes ibimus» (Iremos a la Casa del Señor regocijados), el Papa Francisco pronunció una oración, recordando cómo «nos preparamos para cruzar la Puerta Santa con fe». Cruzar la Puerta Santa es un gesto simbólico que invita a todos a acercarse al Señor Jesús, la única «puerta» de salvación.
En el Evangelio de esta ceremonia inicial, se lee: «Yo soy la puerta de las ovejas» (Jn 10,7-10). La Puerta Santa simboliza la invitación abierta de Cristo, por su encarnación, muerte y resurrección, para que nos reconciliemos con Dios y entre nosotros. Después de la lectura del Evangelio, el Papa Francisco se acercó a la Puerta Santa y la abrió.

Tras el Papa, un grupo de personas de diversas nacionalidades, edades, razas y lenguas entró en la Basílica, siguiendo la cruz y los monaguillos. Este grupo representa al entero pueblo de Dios como preludio de los innumerables peregrinos de esperanza que visitarán la Basílica de San Pedro durante el Año Santo. Detrás del pueblo de Dios, entraron los cardenales, obispos y presbíteros.

La Puerta Santa es «Santa» porque llama a todos los que la cruzan a caminar en santidad de vida. No debe cruzarse con presunción, sino con la conciencia de que se nos abre por gracia el perdón que hace florecer el agradecimiento de los salvados.
Tras la apertura se ha iniciado la Eucaristía. En la Homilía el Papa Francisco nos deja algunas ideas:



