La encíclica Dilexit Nos del Papa Francisco es una profunda reflexión sobre el amor divino y humano, con especial énfasis en el Corazón de Jesucristo como símbolo de ese amor. El título, que en latín significa «Nos amó», captura la esencia de su mensaje: el amor incondicional y abnegado que Dios tiene por la humanidad. A través de un lenguaje accesible y cercano, el Papa Francisco invita a redescubrir la centralidad del corazón, no solo como órgano simbólico, sino como el núcleo espiritual desde el que brota la vida, las decisiones y la conexión más íntima con Dios y con los demás.

La encíclica recorre temas como la importancia de volver al corazón en un mundo marcado por el individualismo, la fragmentación y el consumismo, y subraya cómo el corazón de cada persona es el espacio donde se forjan los vínculos auténticos. Además, Francisco profundiza en la espiritualidad del Corazón de Jesús, rescatando enseñanzas tradicionales de la Iglesia y actualizándolas para el contexto contemporáneo. Dilexit Nos también resalta el papel del amor en la transformación social, afirmando que solo a través del amor incondicional se puede construir una sociedad más justa y fraterna.

Esta carta encíclica no es solo un documento teológico, sino una invitación a vivir una vida más humana, conectada y enraizada en el amor divino, que se manifiesta plenamente en el Corazón de Cristo. Os dejamos algunas de las frases más significativas del texto:

«Para expresar el amor de Jesucristo suele usarse el símbolo del corazón.» (nº 2).  

«El corazón aparece como centro del querer y como lugar en que se fraguan las decisiones importantes de la persona.» (nº 3). 

«El corazón es el lugar de la sinceridad, donde no se puede engañar ni disimular.» (nº 5).  

“En el corazón se juega todo, allí no cuenta lo que uno muestra por fuera y los ocultamientos, allí somos nosotros mismos.” (nº 6)

«Nada que valga la pena se construye sin el corazón.» (nº 6). 

«En este mundo líquido es necesario hablar nuevamente del corazón, apuntar hacia allí donde cada persona, de toda clase y condición, hace su síntesis; allí donde los seres concretos tienen la fuente y la raíz de todas sus demás potencias, convicciones, pasiones, elecciones. (nº 9). 

“Falta corazón.” (nº 9)

“nuestro corazón coexiste con los otros corazones que le ayudan a ser un “tú”. (nº 12)

«Yo soy mi corazón, porque es lo que me distingue, me configura en mi identidad espiritual y me pone en comunión con las demás personas.» (nº 14).  

“La palabra “corazón” no puede ser agotada por la biología, por la psicología, por la antropología o por cualquier ciencia.” (nº 15)

“Si bien “corazón” nos lleva al centro íntimo de nuestra persona, también nos permite reconocernos en nuestra integridad y no sólo en algún aspecto aislado.” (nº 15) 

“Una relación que no se construya con el corazón es incapaz de superar la fragmentación del individualismo.” (nº 17)

“Sólo se llega a ser uno mismo cuando se adquiere la capacidad de reconocer al otro, y se encuentra con el otro quien puede reconocer y aceptar la propia identidad.” (nº 18)

«El corazón también es capaz de unificar y armonizar tu historia personal, que parece fragmentada en mil pedazos.» (nº 19). 

“En el tiempo de la inteligencia artificial no podemos olvidar que para salvar lo humano hacen falta la poesía y el amor.” (nº 20)

“Todos esos pequeños detalles, lo ordinario-extraordinario, nunca podrán estar entre los algoritmos.” (nº 20)

“Amando, la persona siente que sabe por qué y para qué vive.” (nº 23)

«Sacratísimo y muy amado Corazón de Jesús, estás oculto en la Santa Eucaristía y sufres aún por nosotros. […] Te venero, pues, con todo mi mejor amor y reverencia, con mi ferviente afecto, con mi mayor sumisión y la más resuelta voluntad. Dios mío, cuando condesciendes a sufrir que te reciba, te coma y te beba, y por un momento estableces tu morada en mí, haz que mi corazón lata con el tuyo. Purifícalo de todo lo que es terrenal, de todo lo que es orgullo y sensualidad, de todo lo que es duro y cruel, de toda perversidad, de todo desorden, de toda mortandad. Llénalo tanto de ti, que ni los acontecimientos del momento ni las circunstancias de la época tengan poder de alterarlo, sino que en tu amor y en tu temor pueda hallarse en paz.» (Oración de San John Henri Newman, nº 26)

«El Corazón de Cristo, que simboliza su centro personal, desde donde brota su amor por nosotros, es el núcleo viviente del primer anuncio.» (nº 32)

«Está siempre en búsqueda, cercano, constantemente abierto al encuentro.» (nº 35)

«Ese mismo Jesús hoy espera que le des la posibilidad de iluminar tu existencia, de levantarte, de llenarte con su fuerza» (nº 38)

«Él, como ser humano, había aprendido esto de María, su madre. La que contemplaba todo con cuidado y “lo guardaba en su corazón” (nº 42).

«Jesús nos habla interiormente y nos llama para llevarnos al mejor lugar. Ese mejor lugar es su propio corazón» (nº 43)

«Veneramos esa imagen que lo representa, pero la adoración se dirige sólo a Cristo vivo, en su divinidad y en toda su humanidad» (nº 49).

«Ese Cristo con el corazón traspasado y ardiente, es el mismo que nació en Belén por amor, es el que caminaba por Galilea sanando, acariciando, derramando misericordia» (nº 51)

«El corazón tiene el valor de ser percibido no como un órgano separado sino como centro íntimo unificador y a su vez como expresión de la totalidad de la persona.» (nº 55)

«No alcanzamos nuestra humanidad plena, sino salimos de nosotros mismos, y no llegamos a ser enteramente nosotros mismos si no amamos.» (nº 59)

«El Hijo eterno de Dios, que me trasciende sin límites, quiso amarme también con un corazón humano» (nº 60)

«Contemplando el Corazón de Cristo reconocemos cómo en sus sentimientos nobles y sanos, en su ternura, en el temblor de su cariño humano, se manifiesta toda la ver- dad de su amor divino e infinito» (nº 64)

«Nuestra relación con el Corazón de Cristo se transforma bajo ese impulso del Espíritu, que nos orienta hacia el Padre, fuente de la vida y último origen de la gracia. Cristo mismo no desea que nos detengamos sólo en él. (nº 77)

«Nuestra devoción al Corazón de Cristo es algo esencial a la propia vida cristiana en la medida en que significa nuestra apertura, llena de fe y de adoración, ante el misterio del amor divino y humano del Señor, hasta el punto que podemos sostener una vez más que el Sagrado Corazón es una síntesis del Evangelio.» (nº 83)

«En medio de la vorágine del mundo actual y de nuestra obsesión por el tiempo libre, el consumo y la distracción, los teléfonos y las redes sociales, olvidamos alimentar nuestra vida con la fuerza de la Eucaristía» (nº 84)

«En el Corazón traspasado de Cristo se concentran escritas en carne todas las expresiones de amor de las Escrituras.» (nº 101)

«En los tiempos modernos cabe destacar el aporte de san Francisco de Sales. Él contemplaba frecuentemente el Corazón abierto de Cristo, que invita a habitar en su interior en una relación personal de amor donde se iluminan los misterios de la vida.» (nº 114)

Para terminar os dejo una oración de San John Henri Newman que el papa incluye:

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