Accede al documento: https://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2023/12/18/0901/01963.html
La Iglesia es madre, y como madre siempre acoge con misericordia. Como dijo el Papa Francisco en la JMJ de Lisboa: en la Iglesia caben todos, todos, todos. Acaba la III parte del documento diciendo: como expresión del corazón materno de la Iglesia, análogas a las que emanan del fondo de las entrañas de la piedad popular, no se pretende legitimar nada, sino sólo abrir la propia vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor e invocar también al Espíritu Santo para que se vivan con mayor fidelidad los valores del Evangelio.
Todos estamos en camino, y en ese proceso descubrimos que nuestra relación puede estar “enturbiada por el pecado”. Ante ello el ser humano siempre puede pedir una bendición, para implorar a Dios su cercanía de padre amoroso.
Teniendo este contexto bien explicado en las partes I y II, es conveniente diferenciar aquí entre sacramento y sacramental, donde los sacramentos producen la gracia que significan, y los sacramentales solo nos disponen para recibir la gracia. Según el Catecismo: los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella (n. 1670).
El documento tiene como trasfondo esta clara diferencia, e incluso para este tipo de bendiciones expone que “no debe encontrar ninguna fijación ritual por parte de las autoridades eclesiásticas, para no producir confusión con la bendición propia del sacramento del matrimonio”, como sí que hace en otro tipo de bendiciones (agua bendita, casa, coche, tienda…).
Al igual que otras bendiciones, el texto habla de la “posibilidad de bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo”, no solo para homosexuales, sino también para aquellos divorciados vueltos a casar.
No es una legitimación ni de las parejas homosexuales ni de aquellas de divorciados vueltos a casar, sino de un discernimiento sobre su situación y la capacidad de acogida que tenemos todos en la Iglesia, porque todos somos pecadores. Por tanto, esto no legitima la relación, ni mucho menos las relaciones sexuales entre ellos, pero se inserta en la convicción de la Iglesia de que Dios acoge a todos y quiere hacer un camino de discernimiento y conversión con todos sus hijos, no solo con gays y divorciados, como si el resto fueramos los perfectos, porque ¡Dios no aleja nunca al que se acerca a Él!
- ¿Qué dice el texto sobre cómo deben hacerse?
Aunque el documento pide por un lado la sensibilidad pastoral de los ministros ordenados debería educarse, también, para realizar espontáneamente bendiciones que no se encuentran en el Bendicional, aclara que estas bendiciones no ritualizadas no dejen de ser un simple gesto que proporciona un medio eficaz para hacer crecer la confianza en Dios en las personas que la piden, evitando que se conviertan en un acto litúrgico o semi-litúrgico, semejante a un sacramento. Y reitera esta idea diciendo “no se debe ni promover ni prever un ritual para las bendiciones de parejas en una situación irregular, pero no se debe tampoco impedir o prohibir la cercanía de la Iglesia a cada situación en la que se pida la ayuda de Dios a través de una simple bendición”.
El documento habla de “bendición espontánea” donde se pida “paz, salud, espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos”.
- ¿Cuándo y dónde NO se puede realizar?
“Para evitar cualquier forma de confusión o de escándalo, cuando la oración de bendición la solicite una pareja en situación irregular, aunque se confiera al margen de los ritos previstos por los libros litúrgicos, esta bendición nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos. Ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio. Esto mismo se aplica cuando la bendición es solicitada por una pareja del mismo sexo”.
- ¿Cuándo y dónde SÍ se puede realizar?
“Tal bendición puede encontrar su lugar en otros contextos, como la visita a un santuario, el encuentro con un sacerdote, la oración recitada en un grupo o durante una peregrinación”.