Introducción

Ser signo de contradicción no es la única característica que une a esta filósofa y activista francesa a la figura de Jesús de Nazaret. Su vida está llena de experiencias, lecturas, cartas, escritos y relaciones, que señalan la ambigüedad que comporta todo su recorrido vital. Una vida aparentemente enfocada al éxito, que, sin embargo, desembocó en un terrible fracaso y una prematura muerte el 24 de agosto de 1943 a consecuencia de su convicción de vivir la vida de los pobres, compartir sus duros trabajos, vivir sus sufrimientos, comer en su mesa.  

La normalidad del inicio de su vida contrasta claramente con la inquietud de una niña inconformista, frágil y enfermiza, que desde su infancia deslumbra con su amor a los marginados, el olvido de sí misma y la pobreza. Una joven brillante no solo intelectualmente, sino con una gran capacidad profética que la lleva a encarnar al máximo las consecuencias de sus ideas. Desde su adolescencia destacó en su interés por la filosofía, sobre todo en su etapa en el Instituto Henri IV, donde se empapó de la sabiduría de su maestro Alain, cuyos cursos la ayudaron a quedar la primera en el examen para el ingreso en la Escuela Normal Superior de la Rue d’Ulm de París. 

Lo que parecía acabar en una prestigiosa carrera, que le permitiría terminar sus días con tranquilidad como profesora, se tornó en una vida llena de dificultades por su voluntad de querer vivir una vida hasta el extremo. El instituto de Le Puy fue uno de los otros muchos por los que pasó desde 1931. Su decisión de trabajar entre los obreros la llevó a la fábrica de electricidad Alsthom y a la Renault, entre otras. Su vocación de ser cristiana fuera de la Iglesia fue un descubrimiento progresivo fruto de tres experiencias místicas de especial interés, en tres ocasiones y lugares diferentes (Póvoa de Varzim, Asís y monasterio de Solesmes). Dos años más tarde de su experiencia de Solesmes, tuvo que huir de París el 13 de junio de 1940, por la invasión de los nazis. Esto propiciará el encuentro con el que será no solo su confidente, sino un gran amigo y director, el sacerdote dominico Joseph Marie Perrin, responsable de la obra que analizaremos a continuación. Una relación de poco más de dos años, que le ayudó en la expresión de su escondida fe, en una profundización de su vocación en el mundo. Una vida corta, pero ciertamente vivida con una coherencia extrema, hasta rozar la locura por su siempre insatisfecha búsqueda de la verdad. 

El libro “A la espera de Dios” fue publicado por este dominico en 1949, por primera vez en francés con el título “Attente de Dieu”. Son escritos (cartas y ensayos) de 1942, entre enero y junio. Su lectura interpela de manera decisiva al lector que se acerca en ellas a las profundidades del alma de una mujer conmovida e incómoda ante la realidad política y religiosa que experimenta en su época. La conjugación de filosofía, fe y vida se entremezclan de manera confusa y coherente, y encuentran su expresión en unas cartas y ensayos llenos de calidad literaria, filosófica y de experiencia vital. 

Contenido del libro

La vida, resumida y reflexionada en el apartado anterior, es fruto de la lectura de la biografía de María Clara Lucchetti, del Prólogo a la obra, escrito por Carlos Ortega, y del prefacio, traducido del francés, del dominico J.M.Perrin. Estos dos últimos dedican las partes introductorias del libro  a exprimir de manera concisa toda su vida y obra, de manera tal que podamos enmarcar los fragmentos recogidos en esta ella y comprender lo que estos suponen en el conjunto de su vida y del resto de su ingente creación literaria, no solo epistolar y ensayística. 

Seis son las cartas que componen la primera parte del contenido del libro. La primera de ella, como vemos en su título, muestra sus vacilaciones ante el bautismo comenzando por la pregunta sobre la voluntad de Dios en la que habría que distinguir tres ámbitos: lo que no depende de nosotros, el situado bajo el imperio de la voluntad, y aquello que no es enteramente independiente de nosotros (es en este último donde incluye a Dios). Otros muchos temas van apareciendo de manera transversal en esta y las demás cartas. De nuevo, el bautismo es recurrente en la titulada En el umbral donde trata el tema de la Iglesia como realidad social. De nuevo el bautismo es fundamental en su manera de entenderse como alguien fuera de la Iglesia: Incluso si tuviese la certeza de que el bautismo es condición absoluta de salvación, no querría, pensando en mi salvación, correr tal peligro. La siguiente carta, escrita un mes antes de partir a América, destaca por su pesimismo y su identificación con la cruz de Cristo en ese momento de angustia. La carta titulada Autobiografía es una breve historia desde la perspectiva del problema de Dios y su experiencia espiritual, destacando en el centro los tres momentos místicos de su vida (Portugal, Asís y Solesmes). Una carta rica en pensamientos e ideas. La carta sobre Últimos pensamientos es una respuesta al padre Perrin pocos días después de su marcha al otro lado del Atlántico. El amor y la amistad son temas fundamentales en esta carta en un momento de desdicha antes de marchar a Londres, donde destaca también uno de sus temas fundamentales: la fe implícita. 

Cinco ensayos se incluyen a continuación. Los tres primeros tienen como foco El amor a Dios. El primero de ellos (Reflexiones sobre el buen uso de los estudios escolares como medio de cultivar el amor a Dios) expresa su convicción sobre cómo el esfuerzo de atención en los estudios es una herramienta necesaria en la búsqueda de la verdad y de Dios, una especie de ascesis que le lleva a expresar que los estudios escolares son una camino hacia la santidad. En el siguiente ensayo (El amor a Dios y la desdicha) expresa su propio concepto de ‘desdicha’, donde propone a Job y a Cristo de ejemplo. El tercer ensayo, el más largo, es un desarrollo de las Formas del amor implícito a Dios, como expresa su título. Se estructura en cinco partes que desarrollan diversos temas antropológicos y filosóficos: amor al prójimo, amor al orden del mundo, amor a las prácticas religiosas, amistad, y amor implícito y explícito. Termina esta parte con un breve comentario al Padre Nuestro y con una especie de Historia de la civilización mediterránea a través de una alegoría con los hijos de Noé (Cam, Jafet y Sem). 

Concluye el libro con tres brevísimos extractos de cartas a Perrin, Gustave Thibon y Maurice Schuman, que concluyen  varias de sus ideas.

Ideas principales 

La aparente brevedad del libro contrasta con la complejidad y variedad de temas desarrollados. A través de ellos su autora expresa su pensamiento, que se encuentra encauzado por una serie de ideas y argumentos comunes que forman una especie de hilo conductor que nos ayuda a comprender bien su reflexión. Destacaré sólo algunos de los temas capitales:

  1. Concepción del bautismo y vocación a ser cristiana “fuera de la iglesia”: su resistencia al bautismo será una constante en su vida. En una época, anterior al Concilio Vaticano II, se veía como la única vía de salvación. Para ella es una gracia inmerecida, que en ocasiones mira con demasiada intensidad. Perrin dice: De la lectura de esta carta o de alguna otra podría deducirse que el bautismo era nuestro único tema de conversación; es cierto que ella se refería a este punto con frecuencia, pero hablábamos también del amor a Dios. Esta resistencia la hace concebirse como “cristiana fuera de la Iglesia”. 
  2. Una agnosticismo en continua búsqueda y obediencia a Dios: ella misma nos dice que fue educada por mis padres y mi hermano en un agnosti­cismo completo. A pesar de ello su experiencia de Dios y su búsqueda de la verdad es indiscutible en su breve trayectoria vital. Sus escritos están llenos de esa sed de Dios en quien pone toda su obediencia hasta el punto de decir: Si fuera concebible que uno se conde­nara obedeciendo a Dios y se salvara desobedeciéndole, elegiría de todas formas la obediencia. Destaca su visión del Dios cristiano propia, fuera de los esquemas del dogma, y muy bien explicada en el ensayo del Padrenuestro. Forma parte de su visión especial de los sacramentos.  
  3. La desdicha de los desdichados: su preocupación por los pobres y desdichados la lleva a proponer todo un pensamiento sobre en qué consiste esta desdicha sobre todo en su ensayo sobre el amor. 
  4. Otros: educación, oración, atención, fe implícita y explícita, belleza del mundo, estoicismo, amor, virtud-santidad, cruz y sufrimiento, Dios, verdad, cristianismo, esclavitud, atención… 

Valoración personal

El misticismo y la profundidad de la autora han provocado tanta atracción como desidia. La complejidad de su pensamiento y la escasa sistematización ha supuesto a la vez una profunda sed por seguir conociendo su vida y su obra, como dificultad, al no poder comprender algunos de los argumentos que escribe. Para un cristiano creyente y practicante sus escritos son demasiado provocadores y alborotan, sin duda, el alma de aquel que parece tener todo demasiado seguro. 

El cuestionamiento constante expresado por la propia autora desafía al lector a la vez que lo lleva a un estado de inquietud que remueve su antigua seguridad dogmática. Al contemplar su figura se percibe en seguida la similitud de su vida con la de los santos, pero se siente una gran incertidumbre que juzga su locura. Es una obra breve, si bien no sencilla de leer, donde los temas se van entretejiendo poco a poco en un laberinto de ideas que provoca el cuestionamiento constante, ya que su vida y su pensamiento es como una especie de espejo donde el lector confronta su vida creyente con la de esta gigante en cuya vida, sin duda, encontramos muchos elementos de santidad y verdad (Lumen Gentium 8).  Nos invita a cuestionarnos continuamente la fe, no sea que nos ocurra como a San Manuel Bueno, mártir de Unamuno: que un día nos levantemos y nos demos cuenta de estar viviendo en una santidad falsa, sin cuestionar realmente los motivos profundos que nos llevan a tener fe, y en su lugar estar viviendo una vida religiosa incoherente en la que realmente Dios no pinta nada.  

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