Los agentes pastorales debemos aprender a acoger sin prejuicio, a escuchar sin ansias de responder.

La sanación por encima de cualquier norma [Lc 13,10-17]

Un sábado…

Sabbat, día para descansar: así decía la ley. “Nada, nada se podía hacer en sábado. Ni encender fuego, ni coger leña, ni viajar, ni trasportar, ni por supuesto comerciar. Era un día dedicado al Señor, para recordar la jornada que descansó al crear el mundo y también nos liberó del cautiverio de Egipto, un día bendito, un día especial” [1] un día precioso para liberar a la hija de Abrahán que satanás había tenido atada dieciocho años, diría yo. Pero resulta que no: solo se puede sanar durante los seis días de trabajo permitidos por la norma. Sin embargo, como es de costumbre, Jesús invierte la aparente lógica de las cosas: Jesús prevalece la sanación más allá cualquier norma. La escena es aún más interesante en el relato de Marcos 2,23-3,1 donde encontramos la misma problemática del sábado. Jesús pone al hombre con parálisis en medio de todos y les pregunta ¿qué es lo que hay que hacer: “salvar la vida a un hombre o dejarlo morir”? [2]

En este Sabbat de la Iglesia actual hay muchos hijos de Abrahán necesitados del abrazo del Padre: desde ahí nuestro interés por la pastoral de la diversidad sexual [3].  El objetivo principal es plantearnos de qué manera la Iglesia puede acercarse a esta frontera pastoral o dejar que ésta se acerque a Ella. Jesús nos pregunta también hoy, en relación con las personas homosexuales, ¿qué es lo que hay que hacer?

¿De qué hablamos cuando hablamos de la homosexualidad?

Antes de empezar tenemos que subrayar que no estamos haciendo un trabajo sobre la homosexualidad, sino que estamos llevando a cabo una reflexión sobre la pastoral eclesial en relación con las personas homosexuales. Por lo que no vamos a presentar aquí un estudio etimológico del concepto “homosexualidad” sino, basándonos en Iván Ortega, [4] subrayar un matiz importante a tener en cuenta cuando hablamos de la homosexualidad en la sociedad actual.

Cuando nos acercamos al Magisterio de la Iglesia nos damos cuenta de que en la heterosexualidad se habla de un proyecto de vida. La homosexualidad en cambio es reducida a una tendencia al contacto sexual con personas del mismo sexo. Una visión errónea con la que discrepan autores como Moore (citado por Iván Ortega). “la homosexualidad de un homosexual no es reductible a un deseo de involucrarse en actividades sexuales con personas de su mismo sexo. Es una tendencia a […] encontrar gusto en alguien de su mismo sexo: a querer estar con esa persona, a querer hacerla feliz y compartir la felicidad con ella” [5]. Además, no se trata de un deseo de una persona del mismo sexo en general: se desea a alguien particular. Desde esta perspectiva, las relaciones homosexuales son relaciones de afecto compartido, de ayuda mutua, susceptibles de un posible proyecto de vida compartido, etc.; y esto la realidad misma nos lo demuestra.

Hacemos este comentario alejándonos del tema polémico de la equiparación jurídica de las uniones homosexuales a la categoría socio-jurídica de matrimonio; sabemos que la Iglesia se opone tajantemente a esta equiparación. Pero tampoco asumimos comentarios o posicionamientos según los cuales la homosexualidad no tiene ninguna finalidad [6]. La no equiparación que defiende la Iglesia no excluye, desde nuestro punto de vista, un posible desarrollo de un proyecto de vida entre las personas homosexuales.

¿Qué dice realmente el Magisterio de la Iglesia?

El punto más crítico de la doctrina católica oficial acerca de la homosexualidad desde nuestra lectura es la comprensión de la orientación homosexual. La Congregación para laDoctrina de la Fe (CDF), aunque no diga claramente que la orientación homosexual sea un pecado, la considera como una constitución viciada, objetivamente desordenada (un desorden objetivo: ver la declaración “Persona humana” de 1975, la carta a los obispos de la Iglesia Católica de 1986 y las consideraciones sobre propuestas de ley no discriminatorias de 1992) [7].

Marciano Vidal, en su artículo “Doctrina del Magisterio eclesiástico católico reciente acerca de la homosexualidad”, intenta encontrar una salida al mencionado punto crítico (la homosexualidad como una constitución objetivamente desordenada) destacando este comentario del Cardenal B. Hume: el adjetivo desordenado “se emplea para describir unainclinación que se aparta de lo que generalmente es considerado como norma” [8]. El hecho de todas maneras es que esta relación implícita que la CDF establece entre la orientación homosexual y el pecado (en los documentos citados, por lo menos) sigue operando en la Iglesia hoy en día (activa o pasivamente, pero está presente). A mí personalmente me choca leer comentarios como este en un documento a cargo del Consejo Pontificio para la Familia: “Al privilegiar las reivindicaciones de la homosexualidad para llegar a ser objetos de derechos, se arruinan los frágiles equilibrios establecidos por la razón a lo largo de los siglos y se abren las puertas a un mundo incoherente”[9]. Es muy importante acordarse aquí del “¿Quién soy yo?” del Papa Francisco, del “Siguen siendo nuestros hijos” de los obisposnorteamericanos, etc.

El colectivo LGTBI-CRISMHOMuna experiencia

La comodidad que nos proporcionan a veces los conceptos, las siglas, designaciones, palabras, etc., se derrumba al darse cuenta de que detrás de éstos se encuentra personas, historias y experiencias concretas. Por eso vamos a hablar de CRISMHOM (CRIStianas y cristianos de Madrid HOMosexuales); vamos a hablar de personas preocupadas por su identidad y vivencia cristiana desde su condición y orientación sexual. CRISMHOM es una asociación sin ánimo de lucro y de utilidad pública, de carácter cristiano lésbico, gay, transexual, bisexual y heterosexual y está reconocida como tal en el registro de Asociaciones de la Comunidad Autónoma de Madrid, a cuyo territorio se limita su actividad. “El fin principal de la Asociación es convocar a aquellas personas cristianas pertenecientes tanto a la comunidad LGTBI+ (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) como al colectivo heterosexual, que se identifiquen con la consecución de la plena igualdad de derechos de las personas LGTBI+, tanto en la sociedad como en las iglesias cristianas.” [10]

Estos son los tres compromisos básicos de su misión:

  • Con la sociedad: testimoniar preocupación y solidaridad con los temas que afectan al colectivo LGTBI+ cristiano.
  • Con la Iglesia Católica y las Iglesias Reformadas y Ortodoxa: establecer con ellas un cauce de diálogo y perfilar el lugar del colectivo LGTBI+ dentro de la vida y misión de las Iglesias.
  • Con el colectivo LGTBI+: ser testimonio de compatibilidad entre fe cristiana y orientación sexual e identidad de género.

En CRISMHOM se realiza una labor de acogida de todas las personas que allí se acercan. Existe un servicio específico anónimo y confidencial denominado El Amigo que Escucha, cuya tarea es la escucha activa de todas aquellas personas que tienen especiales problemas para hacer compatible su fe y su orientación sexual y/o identidad de género. En CRISMHOM se celebra la fe con reuniones de oración todos los jueves del año, con celebraciones mensuales de la Eucaristía católica y Cenas del Señor o Liturgias de la Palabra de otras confesiones cristianas. Se realizan charlas de formación sobre temática cristiana, LGTBI+ o de crecimiento personal. Se fomenta la participación en comisiones y grupos de fe y vid; la convivencia y el crecimiento espiritual se fomenta mediante talleres, retiros espirituales, convivencias, cenas y reuniones festivas. En CRISMHOM también se trabaja el ecumenismo estableciendo relaciones con otras iglesias cristianas inclusivas y colaborando con ellas. [11]

Acabamos este apartado con el comentario de María Luisa Berzosa Fi: “Comencé a participar en sus encuentros [los encuentros de CHRISMOM] de oración, eucaristías, espacios de formación, convivencias…y fui descubriendo una verdadera comunidad que aglutina en torno al Señor Jesús. Cuando me pidieron dar charlas sobre acompañamiento y otros temas y fui escuchando sus historias íntimas y profundas, caí en la cuenta […] de que estaba ante personas que sufrían marginación a veces de parte de la iglesia, otras de sus entornos familiares, laborales y sentía dolor. Y cuando el discurso se centraba en leyes y normas y personas rígidas que habían hecho de la ley la vida, algo me decía por dentro que mi acompañamiento personal y grupal debía ser desde el evangelio, la única ley para la persona cristiana, que en ningún caso justifica el rechazo y la marginación.” [12] (volveremos sobre la importancia del acompañamiento desde el mensaje evangélico).

La sanación por encima de cualquier norma

Como ya hemos subrayado, no estamos haciendo un trabajo sobre la homosexualidad, sino que estamos llevando a cabo una reflexión sobre la pastoral eclesial en relación con las personas homosexuales. El objetivo, decíamos, es plantearnos de qué manera la Iglesia puede acercarse a esta frontera pastoral o dejar que ésta se acerque a Ella. Vamos a llevar pues a cabo esta reflexión desde tres relaciones importantes en las que la Iglesia tiene que profundizar permanentemente o a las que la Iglesia tiene que volver para poder llevar a cabo su trabajo pastoral en medio del mundo acercándose a las fronteras y, en este caso, a las personas homosexuales. Nos estamos refiriendo de una manera o de otra a los criterios teológico-eclesiológicos que influyen en todas las etapas de la acción pastoral y se deducen de las grandes referencias de esta (de la acción pastoral): Cristo, el Reino y el Mundo.

A. Cristo-Iglesia

Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo”

El Cardenal Ricardo Blázquez, en su libro La Iglesia. Misterio, Comunión, misión, permite recrear el alma teológico de los textos del Concilio Vaticano II rescatando el sentido básico de las tres categorías esenciales para pensar, sentir y vivir la Iglesia en su vínculo divino: estas tres categorías, presentes de manera especial en la constitución Lumen Gentium, definen la Iglesia desde su misterio, desde la comunión y desde la misión. Consideramos pues que establecer la relación entre Cristo y la Iglesia es abordar esta (la Iglesia) desde la categoría de misterio. Lo que hace esta categoría es hacernos ver que “[…] la Iglesia no existe por sí misma, si no que deriva y depende de Cristo”.[13]. La intención primordial del Concilio Vaticano II ha sido exponer el misterio y el ministerio de la Iglesia, la vinculación con Jesús de Nazaret muerto y resucitado como matriz vital y como fuente del envió (fuente de la acción pastoral).

En este sentido, cada vez que se margina el carácter eclesial de misterio, se es sustancialmente infiel a la eclesiología conciliar. El misterio no es, por consiguiente, un aspecto entre tantos, sino la perspectiva adecuada para contemplar la Iglesia. Una Iglesia no centrada en Cristo es una Iglesia mundana que, engañándose, puede desarrollar lo que el Papa llama una mundanidad espiritual: “¡Dios nos libre, dice el Papa Francisco, de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales!”;14 de una Iglesia centrada en sí misma, escondida en una experiencia vacía de Dios.

  • Volver al mensaje de Jesús

En relación con nuestra reflexión, profundizar en la relación entre Cristo y la Iglesia en la acción pastoral con las personas homosexuales es volver al mensaje de Jesús, preguntarse sobre lo central del mensaje evangélico y de la enseñanza de Jesús y desde ahí articular nuestro acercamiento a esta frontera pastoral. En cada pasaje del evangelio, dice María Luisa Berzosa, cada persona que acude a Jesús llega hundida, desastrada y marginada. Casi todas sin embargo se vuelven recuperadas con la sanación que da el amor incondicional y elperdón. “La persona como sustantivo y todo lo demás es adjetivo, pero a veces invertimos estos términos y el resultado es muy lamentable”[15]. “La aportación más decisiva de Jesús es hacer ver con firmeza y claridad que la obediencia a Dios lleva siempre a buscar el bien del ser humano, pues su voluntad consiste en que el hombre viva en plenitud” [16]. Volver al mensaje de Jesús se manifiesta en la necesidad, dice el Papa Francisco en Evangelii gaudium, de crear “espacios motivadores y sanadores para los agentes pastorales, lugares donde regenerar la propia fe en Jesús crucificado y resucitado, […] donde discernir en profundidad con criterios evangélicos sobre la propia existencia, con la finalidad de orientar al bien y a la belleza las propias elecciones individuales y sociales” [17].

En nuestra acción pastoral con las personas homosexuales, los agentes pastorales debemos aprender a acoger sin prejuicio, a escuchar sin ansias de responder [18]; los párrocos hemos de abrir tanto las puertas de nuestras Iglesias como las de nuestros corazones; las diferentes entidades eclesiales debemos ofrecer espacios de encuentro, de reflexión, de convivencia y de oración. La fe cristiana no debe convertirse en una carga suplementaria que viene a hacer más duro y gravoso un peso que ya es de por sí tan fastidioso. En esto consiste volver al mensaje; solo así mantenemos y profundizamos en la relación entre Cristo y su Iglesia. Termino este apartado con las palabras de una persona homosexual recogidas en una carta que menciona Tony Mifsud en su artículo. Son palabras de agradecimiento después de una convivencia entre los Padis+ (Pastoral de Diversidad Sexual [19]): “[…] Dios es muy bueno, y ¡lo digo con tanta alegría! Cuando estaba en este infierno, un amigo me tomó literalmente en brazos, me sacó de ahí (yo ya no tenía fuerzas) y me llevó a una psicología excelente. […] Quería que supieran lo agradecida y contenta que estoy, porque la mentira y la oscuridad que había en torno al mundo homosexual se ha convertido en luz. ¡Las tinieblas no vencieron!!!” [20] Este es un verdadero encuentro con la buena nueva, con el mensaje de Jesús.

  • Criterio de sacramentalidad: la eucaristía

Toda la Iglesia es una comunidad misionera de salvación. Por lo que el acercamiento pastoral que estamos describiendo a partir de la relación entre Cristo y la Iglesia, no es solo tarea de los párrocos, agentes pastorales, etc., sino que es tarea de todos los cristianos, de todos los movimientos y fuerzas eclesiales: no queda espacio para espectadores. En la Eucaristía, sacramento por excelencia de la presencia de Cristo en la Iglesia, recibimos al Hijo de Dios y nos implicamos en la dinámica de su entrega. “La Eucaristía se llama misa porque en esta oblación somos ofrecidos a Dios Padre en esta misma ofrenda y somos enviados nosotros en esta misma ofrenda” [21]. Se llama misa porque somos enviados para entregarnos y dar vida a los demás; a nuestros hermanos y hermanas que se encuentran en la frontera pastoral. Ojalá la celebración de este sacramento nos ayudase a crecer cada vez más en el amor social, evitando así la indiferencia y la neutralidad, y a descender a las periferias de la Iglesia, de mi parroquia, de mi grupo de fe, de mi centro juvenil, de mi grupo de catequesis, etc., para palpar las historias de unas vidas, historias de personas homosexuales.

B. Iglesia-Mundo

“Y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad.”

El carácter misterioso de la Iglesia no la coloca fuera de la historia: un Dios que no salva en la historia concreta a los hombres, que no se solidariza desde dentro con los dolores y con las esperanzas de la humanidad, que no se deja encontrar en la fragilidad, no es el Dios cristiano [22]. Así pues, el misterio de la Iglesia dice al mismo tiempo trascendencia de Dios y comunicación hecha historia en la comunidad humana. La Iglesia es misión porque ha sido marcada por la voluntad de donación al mundo del Padre en su Hijo y en el Espíritu. La Iglesia como misión significa que tiene que ser sacramento de salvación: Iglesia como signo transparente de gracia y comunión en medio de la historia. En Evangelii gaudium, hablando del desafío misionero al que todo agente pastoral debe decir sí, el Papa francisco subraya el relativismo práctico que puede llegar a desarrollarse en los agentes pastorales: “actuar como si Dios no existiera, decidir como si los pobres no existieran, soñar como si los demás no existieran, trabajar como si quienes no recibieron el anuncio no existieran” [23].

En relación con la acción pastoral con las personas homosexuales, el ideal cristiano siempre invitará a superar la sospecha, dice el Papa Francisco, la desconfianza permanente, el temor a ser invadidos, etc. Muchos tratan de escapar de los demás hacia la privacidad cómoda o hacia el reducido círculo de los más íntimos (de los que piensan como nosotros, de los que son de mi ideología, de los que “no son pecadores”, de los que están “en orden” con la doctrina de la Iglesia, etc.) y renuncian al realismo de la dimensión social del Evangelio. El Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia [24]. En su relación con el mundo o, mejor dicho, en su relación con las personas homosexuales, la Iglesia debe salir al encuentro, interesarse; los agentes pastorales hemos de formarnos sobre el tema y correr el riesgo, como dice el Papa, del encuentro con lo “diferente”. Esto de la Iglesia en salida no es solo una teoría; la Iglesia no se puede aislar de la realidad o de lo que está pasando realmente entorno a ella, para no decir en esta misma. Sí, que queramos o no, lo homosexualidad es una realidad que afecta la Iglesia desde dentro.

  • Reconocerse débil para consolar [para pensar el cambio]

La Iglesia no es una sociedad perfecta (o una ciudad de perfectos): si la entendemos así nos enceramos a la posibilidad del cambio. “El servicio evangelizador empieza con reconocerse débil, incluso con elegir la flaqueza y la vulnerabilidad para que se realice y se resalte mejor la fuerza del Resucitado”.25 La Iglesia no debería esconder su fragilidad sino mostrarse valientemente vulnerable: necesitamos una Iglesia que reconozca sus limitaciones y que se plantee nuevos caminos para responder a esta cuestión tan central en la sociedad actual, consolando así a sus fieles y a la humanidad. El Papa Francisco ya lo dice en Evangelii Gaudium: prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, por descender a la periferia y empaparse del sufrimiento, de las carencias, de las necesidades, del temor, preocupación para conservar la vida, penas, humillaciones, odio, ansiedad, angustia, etc., antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades.26

C. Iglesia-Reino

Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?”

La Iglesia, en cuanto pueblo mesiánico, debe generar constantemente en la humanidad desalentada el impulso hacia delante, debe ser el pueblo portador de esperanza a todos los hombres. Lo que se pide a la Iglesia es que sea realmente luz y fermento del reino, fermento de justicia, de libertad, de solidaridad, de perdón del cielo, de la comunión con Dios, de vida eterna, etc. [27]. Solo desde estos elementos podemos hablar del germen y principio del Reino de Dios: el reino de Dios se hace ya presencia. Una Iglesia generadora constante del impulso hacia adelante y portadora de esperanza debe decir no al pesimismo estéril: los males de nuestro mundo y los de la Iglesia, dice el Papa Francisco, no deberían ser escusas para reducir nuestra entrega y nuestro fervor [28]

En relación con la frontera pastoral que nos preocupa, las personas homosexuales, el acompañamiento puede ser un elemento crucial en la tarea eclesial de generar constantemente el impulso hacia adelante y alentar esperanza. Partiendo de mis pocas y pobres conversaciones con las personas homosexuales, puedo afirmar que una de las sensaciones más devastadoras con la que tienen que lidiar es la soledad. El acompañamiento, sin embargo, es un lugar sagrado donde uno puede llegar a decir “no estoy solo”, un lugar sagrado donde se comparte alegrías y miserias; un lugar propicio para conectar con lo más profundo de la persona y despertar ilusión, expectativas, etc.: los agentes pastorales (la Iglesia en general) somos ante todo acompañantes.

El acompañamiento es una de las palabras que describen el sentir pastoral del momento. En una civilización herida de anonimato, la Iglesia necesita la mirada cercana para contemplar, conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario. Tenemos que darle a nuestro caminar el ritmo sanador de proximidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión. En la acción pastoral con las personas homosexuales, la Iglesia necesita de hombres y mujeres que, desde su experiencia de acompañamiento, conozcan los procesos donde campea la prudencia, la capacidad de comprensión, el arte de esperar, la docilidad al Espíritu, para cuidar entre todos a las ovejas que se nos confían.29 La Iglesia, desde su acompañamiento a las personas homosexuales, debe tener presente que la situación de cada sujeto ante Dios y su vida en gracia es un misterio que nadie puede conocer plenamente desde afuera.

  • Cristo vino para salvar

Jesús, en su contestación a la pregunta de los discípulos de Juan (Mt 11,2-6), acentúa sobre todo la inminencia de la gracia para los pobres, los lisiados y los pecadores, dando a entender que su escatología es acusadamente una escatología de bondad, aunque la posibilidad de perdición, siendo secundaria, no se elimine del todo. Por eso es una buena noticia, especialmente para los pobres, los marginados y plegados de dolores de todo tipo. En otras palabras, la venida del reino aparece vinculada a la promesa de bienaventuranza

Concretamente, …

Nuestra propuesta recoge estas líneas principales:

  • Volver al mensaje de Jesús: buscar el bien del ser humano. La voluntad de Jesús consiste en que el hombre viva en plenitud. Acciones concretas: acogida, escucha, ofrecer espacios de encuentro, de reflexión, de convivencia, de oración, etc. Una tarea de todos. 
  • Crecer y profundizar en la relación Iglesia-Mundo: superar la sospecha, la desconfianza permanente, el temor a ser invadidos, etc. El Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia, etc. Acciones concretas: la Iglesia debe salir al encuentro, interesarse; los agentes pastorales hemos de formarnos sobre el tema y correr el riesgo del encuentro con lo “diferente”. La Iglesia debe reconocer sus limitaciones y plantear nuevos caminos. 
  • Un lema: alentar esperanza. El mundo necesita una Iglesia generadora constante del impulso hacia adelante y de esperanza. Acción concreta: el acompañamiento. Un lugar sagrado donde uno puede llegar a decir “no estoy solo”, un lugar sagrado donde se comparte alegrías y miserias; un lugar propicio para conectar con lo más profundo de la persona y despertar ilusión, expectativas, etc.: los agentes pastorales (la Iglesia en general) somos ante todo acompañantes.

Las técnicas de evangelización (las técnicas pastorales), dice Pablo VI en Evangelii Nuntiandi (75), son buenas. Pero ni las más perfeccionadas podrían reemplazar la acción discreta del Espíritu Santo. La preparación más refinada de los agentes pastorales no consigue absolutamente nada sin el Espíritu Santo. Sin Él, la dialéctica más convincente es infecundo sobre el espíritu de los hombres. Sin Él, los esquemas más elaborados se revelan pronto desprovistos de todo valor. Pidamos pues a Dios su Espíritu para que nos ilumine en esta labor.

Escrita por: Norbert Mamba, sdb.

Notas

[1] Pedro M. Lamet. Las palabras calladas de María. Diario de María de Nazaret. 8a ed. Madrid: Paulinas, 2020, 158-159.
[2] José A. Pagola. El camino abierto por Jesús: Marcos. 4a ed. Bilbao: Desclée de Brouwer, 2011, 73.

[3] La pastoral de diversidad sexual es un concepto que recuperamos del artículo de Tony Mifsud. “Una pastoral de diversidad sexual (PADIS+)”. En Homosexualidades y cristianismo en el s. XXI, dirigido por Francisco Javier de la Torre Diaz, Madrid: Dykinson, 2020.
[4] Iván Ortega. “Cristianismo y homosexualidad: cuestión de verdad. Lógica, antropología filosófica y teología en Gareth Moore OP”. En Homosexualidades y cristianismo en el s. XXI, dirigido por Francisco Javier de la Torre Diaz, Madrid: Dykinson, 2020.

[5] Ibid., 241.
[6] Ver Tony Anatrella. “Homosexualidad y homofobia”. En Lexicón: Términos ambiguos y discutidos sobre familia, vida y cuestiones ética, 2a ed., Consejo Pontificio para la Familia, Madrid: Palabra, 2006.

[7] Cf. Marciano Vidal. “Doctrina del Magisterio eclesiástico católico reciente acerca de la homosexualidad”. En Homosexualidades y cristianismo en el s. XXI, dirigido por Francisco Javier de la Torre Diaz, Madrid: Dykinson, 2020.
[8] Ibid., 147.

[9] Tony Anatrella, 571.
[10] CRISMHOM. https://crismhom.org/quienes-somos/ Consultado el 5 de marzo de 2023.

[11] Ibid.
[12] María L. Berzosa Fi. “Acompañar personas en su diversidad sexual: ¿por qué no?”. En Homosexualidades y cristianismo en el s. XXI, dirigido por Francisco Javier de la Torre Diaz, Madrid: Dykinson, 2020, 325.

[13] Ricardo Blázquez. La Iglesia. Misterio, comunión, misión. Salamanca: Sígueme, 2017, 15.
[14] Papa Francisco. Exhortación Apostólica Evangelii GaudiumLa alegría del evangelio. Madrid: Palabra, 2013, 97.

[15] María L. Berzosa Fi, 325.
[16] José A. Pagola, 74.
[17] Evangelii Gaudium, 77.
[18] “Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más que oír. Lo primero, en la comunicación con el otro, es la capacidad del corazón que hace posible la proximidad, sin la cual no existe un verdadero encuentro espiritual. La escucha nos ayuda a encontrar el gesto y la palabra oportuna que nos desinstala de la tranquila condición de espectadores. Sólo a partir de esta escucha respetuosa y compasiva se pueden encontrar los caminos de un genuino crecimiento, despertar el deseo del ideal cristiano, las ansias de responder plenamente al amor de Dios y el anhelo de desarrollar lo mejor que Dios ha sembrado en la propia vida” (Evangelii Gaudium, 171).

[19] La PADIS+ es una iniciativa que nace en Santiago de Chile. En la actualidad, dice Tony Mifsud, está formada por cerca de 50 personas gay, lesbianas y bisexuales, y un grupo de 50 padres y madres de hijos e hijas LGTBIQ+. Se trata de una iniciativa donde se oferta un espacio espiritual y pastoral (Tony Mifsud, 360).

[20] Tony Mifsud, 368.
[21] Bert Daelemans. La fuerza de lo débil. Paradoja y teología. Cantabria: Sal Terrae, 2022, 383.

[22] Cf. Ricardo Blázquez, 47. 

[23] Evangelii Gaudium, 80. 

[24] Cf. Ibid., 88.

[25] Bert Daelemans, 371.
[26] Cf. Evangelii Gaudium, 49.
[27] Cf. Ricardo Blázquez, 101-102. 28 Cf. Evangelii Gaudium, 84.

[29] Cf. Ibidem., 169-171.

Bibliografía

Lamet, Pedro M. Las palabras calladas de María. Diario de María de Nazaret. 8a ed. Madrid: Paulinas, 2020.

Pagola, José A. El camino abierto por Jesús: Marcos. 4a ed. Bilbao: Desclée de Brouwer, 2011.

Mifsud, Tony. “Una pastoral de diversidad sexual (PADIS+). En Homosexualidades y cristianismo en el s. XXI, dirigido por Francisco Javier de la Torre Diaz, Madrid: Dykinson, 2020.

Ortega, Iván. “Cristianismo y homosexualidad: cuestión de verdad. Lógica, antropología filosófica y teología en Gareth Moore OP”. En Homosexualidades y cristianismo en el s. XXI, dirigido por Francisco Javier de la Torre Diaz, Madrid: Dykinson, 2020.

Anatrella, Tony. “Homosexualidad y homofobia”. En Lexicón: Términos ambiguos y discutidos sobre familia, vida y cuestiones ética, 2a ed., Consejo Pontificio para la Familia, Madrid: Palabra, 2006.

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Pablo VI. Evangeli nuntiandi. (vatican.va) Consultado el 17 de marzo de 2023.

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