INTRODUCCIÓN

Sin duda la experiencia del Resucitado en la vida del cristiano es fundamental. Pero ¿cómo podemos explicar todas las incongruencias que existen entre los diferentes evangelistas al expresar esta experiencia de la resurrección?

Los primeros discípulos se encuentran, como todos, con la peor experiencia de sus vidas: la muerte de su amigo Jesús, en el que habían puesto todas sus esperanzas, y que ahora los había defraudado.

¿No es insoportable creer que todo por lo que hemos luchado, todo lo que hemos querido, todo lo que hemos hecho durante nuestra vida cae en el vacío tras la inminente llegada de la muerte? Por eso en nuestro interior sentimos la imposibilidad de que todo esto se desvanezca, e intentamos creer en la certeza de que todo por lo que luché, amé e hice no puede terminar así.

Sin embargo, a pesar de mi voluntad de la existencia de una continuidad a todo esto, me doy cuenta de que no puedo volver a hablar como antes con mis seres queridos, ni hacerles volver, ni siquiera puedo imaginar el sitio donde puedan encontrarse.

Esto mismo pensaron los discípulos. No creían en la posibilidad de traer de vuelta al que habían creído que les salvaría de todas las injusticias que vivían, a Jesús de Nazaret. Hasta que, de repente, se toparon con una experiencia inesperada que les cambia la vida para siempre. Una experiencia tanto ambigua como cierta, vivida con tanta incertidumbre como verdad. Esto es lo que nos encontramos en los evangelios, que brevemente explican esta primera experiencia al final de sus narraciones.

LA PIEDRA DEL SEPULCRO

Tras la experiencia de la muerte, las mujeres eran las únicas que estaban preocupadas. A pesar del miedo, fueron a comprar aromas y muy temprano fueron a embalsamarlo, ya que el viernes no lo había podido hacer bien. Para su sorpresa, aunque no habían pensado en cómo quitar la piedra, se encuentran que el sepulcro está abierto. ¡Vaya susto se llevaron al ver que cuando entraron en el sepulcro no encuentran a Jesús muerto, sino que tienen una experiencia inexplicable.

Mientras que para Marcos es un joven el que aparece «en el lado derecho, vestido con una túnica blanca», para Mateo era una ángel del cielo sentado «encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve». Sin embargo, en Lucas aparecen «dos hombres con vestidos resplandecientes», mientras que en el evangelio de Juan, María corre a avisar a los discípulos.

NO ESTÁ AQUÍ, HA RESUCITADO

Este es el núcleo de los evangelios sinópticos, es el mensaje que los mensajeros (sean uno o dos) dan a las mujeres aquella mañana. Jesús ha resucitado, esta es la experiencia central que narran los evangelios, a la que se responde de diferentes maneras. Por un lado, los soldados, que en Mateo huyes despavoridos, y por otro lado las mujeres, que tienen sentimientos encontrados de gozo y temor. Mientras que en Marcos tienen miedo de contar lo ocurrido, en Mateo no dudan en anunciarlo.

EL SEPULCRO VACÍO

El ángel les muestra el lugar, como constatación de lo que ya había acontecido, no como prueba sino como confirmación del anuncio que había hecho el ángel, que habría bastado para creer en la resurrección. Las mujeres y los discípulos, no sabían sino expresar con diferentes imágenes aquella gran experiencia. Es muy bonita la imagen que emplea el evangelista Juan,en el que no hallamos nada parecido a los sinópticos. Tras la vuelta de María Magdalena del sepulcro, diciendo que se han llevado el cuerpo de Jesús, nos encontramos con una bonita carrera, que no es sino imagen de una Iglesia que corre en búsqueda de Jesús Resucitado.

Pedro y Juan (el discípulo amado) corren al sepulcro. Este último llegó antes, vio las vendas pero no entró. Pedro, entró primero. Sin duda, Juan, que es el que escribe el evangelio, está caracterizado por la clarividencia, llega antes que Pedro, cabeza de la institución, que aunque llega más tarde es el que entra primero, como jefe de la Iglesia.

LAS VENDAS EN EL SUELO

Según el evangelio de Juan, este y Pedro encuentran las vendas extendidas, mientras que el sudario estaba plegado aparte. El hecho de que la sábana estuviera en el suelo, literalmente tendidas, quiere explicar que el cuerpo no había sido robado, sino que el cuerpo había desaparecido de forma inexplicable, ya que las vendas no habían sido movidas. La verificación de que el cuerpo no había sido robado viene demostrada también mediante el sudario, que se encuentra doblado aparte. Si hubiera sido un robo, los ladrones no se habrían preocupado de envolver el sudario. En definitiva, esta explicación que el evangelista nos propone quiere simplemente atestiguar que lo que había ocurrido allí no había sido un robo, como dijo María Magdalena al volver, sino que había ocurrido otro acontecimiento, la Resurrección. De ahí que termine esta parte diciendo que hasta ese momento no habían entendido que debía resucitar.

APARICIONES DEL RESUCITADO

Podemos encontrar en los evangelios diferentes apariciones de Jesús Resucitado.

  • Mateo tras la aparición a las mujeres, y el soborno a los soldados, cuenta la experiencia de los discípulos en Galilea y les da una misión: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.» (Mt 28, 19)
  • En forma de resumen final, Marcos cuenta de manera muy escueta las distintas apariciones: primero a María Magdalena, más tarde a dos de ellos de camino a una aldea, por último a los once. De nuevo, una misión:  «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. 16.El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.» (Mc 16, 15).
  • El proceso de las apariciones de Marcos, es el mismo en el evangelio de Lucas, empezando por María Magdalena y las mujeres, después a los discípulos de Emaús, cuya historia encontramos de manera pormenorizada en este evangelio, y por último a los apóstoles.
  • Por último, Juan narra de forma muy completa el primer encuentro de Jesús Resucitado y María Magdalena, la conocida historia de la incredulidad de Tomás, el apóstol incrédulo, y la aparición del Resucitado en el lago de Tiberíades.

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