LA HORA DE LA MUERTE

Aproximadamente, según los evangelios de Marcos y Mateo, a las tres de la tarde Jesús exclamó: Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní? Los que estaban allí no lo comprenden, piensan que llama a Elías, pero no es así. Años más tarde, cuando la comunidad empieza a recordar acontecimientos de la vida de Jesús, ponen en sus labios esta exclamación-pregunta procedente del Salmo 22. Pareciera que Jesús se siente abandonado por Dios en ese momento, pero por el contrario, lo que hace es identificarse con el pueblo de Israel que siente la ausencia de Dios. El Padre no abandona jamás a sus hijos, ni siquiera cuando estos sienten que está en silencio. Jesús asume en la cruz la vivencia de todos los hombres que se encuentran con el silencio de Dios y lo hace con este salmo que narra, como si de una profecía se tratase, la pasión de Jesús.

ÚLTIMAS PALABRAS DE JESÚS

Mientras que Marcos y Mateo no ponen palabras en boca de Jesús antes de expirar, Lucas y Juan utilizan dos pequeñas locuciones:

– «Padre, en tus manos pongo mi espíritu»:Lucas pone en boca de Jesús el salmo 31. Jesús confía plenamente en el Padre.

– Todo está cumplido: La entrega hasta el final, que había prometido en el lavatorio de los pies se ha realizado. Su muerte cruenta es el signo del cumplimiento de la voluntad De Dios y se ha ofrecido como sacrificio, de una vez para siempre.

TENGO SED

Las palabras del salmo 69, vienen propuestas de nuevo por Juan en su evangelio. La unión constante entre el Antiguo y Nuevo Testamento que hace Juan atestigua el cumplimiento de Aquel del que él da testimonio válido.

VERDADERAMENTE ESTE HOMBRE ERA EL HIJO DE DIOS

La muerte de Jesús, está adornada en los evangelios con grandes signos en el cielo y en la tierra (terremotos, oscuridad…). Sin embargo, el acontecimiento más importante que produce Jesús en la cruz, viene expresado por los labios del centurión. Este, que había contemplado todo aquello como jefe de los soldados, queda conmovido por Jesús, se inicia un proceso de conversión en su vida tras reconocer en Jesús al Hijo de Dios. En sus labios se identificarán todos aquellos creyentes no judíos que reconocerán más tarde la filiación divina de Jesús.

En Lucas, solo se le propone como hombre justo, no sin antes proponer de nuevo esa fe del centurión en Dios, que lo glorificaba.

Esta fe en que Jesús es el Hijo De Dios viene también reflejado de manera diferente en el evangelio de Juan. Lo reconoce como el justo del salmo 34, es el cordero perfecto que Juan Bautista anunció. Juan añade otra cita, y es el único que cuenta el episodio de la lanzada. Zacarías 12,10 dice: «derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración; y mirarán hacia mí. En cuanto a aquél a quien traspasaron, harán lamentación por él como lamentación por hijo único, y le llorarán amargamente como se llora amargamente a un primogénito.» De ahí que Juan quiera fundamentar aquel gesto como cumplimiento de estas palabras del Antiguo Testamento.

LAS MUJERES EN LA CRUZ

La famosa escena que aparece en el evangelio de Juan, donde pone a su madre al cuidado de este discípulo amado, reúne en torno a ellos a las mujeres, que aparecen también junto a la cruz en el resto de evangelios.

Estas serán las primeras en recibir la noticia de la resurrección, un grupo de discípulas amadas de forma especial por el Salvador.

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