Introducción

El ser humano ha creído desde los primeros tiempos en la presencia de un Ser superior que ocupa una realidad superior a la suya. Ante experiencias como la muerte de seres queridos, la inmensidad de la creación y el universo, la presencia de la enfermedad o la soledad individual, el ser humano desde siempre se ha preguntado sobre el sentido de su vida.

Desde tiempos antiguos las distintas civilizaciones han intentado creer una o varias divinidades hechas según su capacidad. Las primeras grandes civilizaciones (romana, griega, egipcia…) creyeron en una gran diversidad de dioses (politeísmo) que representaban las fuerzas de la naturaleza y sentimientos humanos. Sin embargo, desde Abraham han ido apareciendo diferentes creencias en un único Dios (monoteísmo) que han considerado la existencia de una única deidad que ha dominado desde siempre la realidad.

Hasta la llegada del agnosticismo y el ateísmo a finales del siglo XVIII, el ser humano siempre se ha preguntado sobre la existencia real de Dios. Pero, ¿qué supone esto? Sin duda, la existencia o no de Dios ha connotado la vivencia de la vida de una forma diferente. ¿Viven de la misma forma los creyentes y los no creyentes? No debería. Creer en Dios, tener experiencia de él en nuestra vida, supone una confianza en aquel en quien creo.

Dios es padre, pero ¿y madre?

Desde que la sociedad romana representara a Zeus, el padre de los dioses, como un hombre adulto con barbas y un trueno en la mano, los seres humanos han tenido la imagen de Dios como un señor anciano de largas barbas blancas, como ha sido representado por el gran Michelangelo en su pintura La creación de Adán en el centro de la bóveda de la capilla Sixtina, que encontramos en la imagen superior. Incluso en el propio antiguo testamento encontramos al propio Yahvé como un dios castigador.

Sin embargo, todo cambió con la llegada de un tal Jesús de Nazaret a una pequeña provincia del gran Imperio Romano que empezó a utilizar el término Abbá para llamar a Dios. El empleo de esta palabra, usada por los niños arameos para llamar cariñosamente a sus padres, fue toda una novedad pero a la vez un escándalo para su época. Esto supone dejar atrás la creencia en un Dios que premia a los buenos, y castiga a los malos, y empezar a creer en un Dios que es infinita misericordia, que perdona sin límites y trata a sus hijos con la ternura propia de un padre amoroso.

Creer en el Abbá supone una confianza total de los hijos en su padre, como el niño que se tira en la piscina aun sin saber nadar, porque sabe que su padre está con él. Pero, ¿cómo explicar esto a niños y niñas que han sido maltratados por sus propios padres?

La masculinidad que se le ha otorgado Dios ha encerrado a la divinidad en una forma concreta por la necesidad del ser humano de imaginarlo de alguna manera. Sin embargo, esta reducción ha dado a Dios una serie de características masculinas, eliminando una serie de propiedades que la sociedad ha considerado como propias de la mujer.

Ya en 1662, el pintor holandés Rembrandt rompió los esquemas de esta visión de Dios en su cuadro El hijo pródigo, representando en las manos del padre esta doble vertiente. Por un lado, el brazo izquierdo del padre representa la mano de un hombre, mientras que el de la derecha la mano femenina de una madre.

Esta famosa parábola del evangelio de Lucas, comúnmente llamada como parábola del padre misericordioso, nos muestra a un Dios que no es solo Padre, como se había entendido, sino que tiene también aquellas cualidades que se la cultura le ha dado a la figura femenina.

Cualidades como ternura, misericordia, creatividad, expresión del afecto, generosidad, sensibilidad o alegría, han sido sustituidas por la agresividad, independencia, justicia, dureza, represión de sentimientos y rigidez propios del hombre. De ahí que sea necesario mirar a Dios con una mirada nueva donde las cualidades del padre y de la madre se complementen en un ser que jamás seremos capaz de concebir en toda su inmensidad. Dios no es masculino ni femenino sino que pertenece a otra realidad que va más allá de nuestra propia imaginación.

¿Por qué si Dios es todopoderoso no acaba con el mal?

No me imagino a Dios delante de un ordenador jugando con nosotros como si fuéramos Sims, o como un titiritero, manejando nuestras vidas como se manejan marionetas detrás del retablo. Sin embargo, su omnipotencia es una de las cualidades imprescindibles de su ser Dios. ¿Puedo Dios quedarse impotente ante el mal que él mismo aborrece? Sí. El amor infinito de Dios y su misericordia ha dado al ser humano una cualidad ante la que es impotente: la libertad. Dios da a su creación una libertad total, y no puede actuar en ella de manera caprichosa, sino solo de forma amorosa.

Dios ha demostrado su omnipotencia en la cruz de su hijo Jesucristo. Desde ese amor llevado al extremo de la cruz, Dios demuestra a sus hijos que ante la muerte Él tiene la última palabra, que no es otra que la acogida de sus hijos con un amor incondicional.

Dios aborrece el mal, el que hay en el mundo y el que está dentro de cada uno de nosotros. Sin embargo, solo se manifiesta como Padre amoroso y paciente. En ese amor infinito nos ha dado libertad para elegir entre el bien y el mal. Esto no limita la exigencia de Dios a sus hijos, no como un deber o mandamiento que hay que hacer, sino como una propuesta de vida que nos hace felices. Como padre que es, Dios nos quiere tal y como somos, pero siempre sueña con algo mejor para nosotros, sus hijos predilectos.

¿Tenemos que creernos que Dios creó el mundo en siete días o creer en el Big Bang?

A simple vista parece que las dos narraciones que encontramos en el libro primero de la biblia (Génesis), son incompatibles con los datos ofrecidos por todos los científicos que han ido investigando y demostrando las maravillas de universo, condensados en la Teoría del Big Bang. La incompatibilidad de ambos datos hace que entremos en el conflicto entre ciencia y fe.  

Sin embargo, no podemos afrontarlo de esta manera, ya que ciencia y fe se mueven en dos paradigmas diferentes. Ambas nos argumentan, pero con un lenguaje y una perspectiva diferente, sobre el hecho de la creación. Mientras que el Big Bang demuestra el inicio del universo desde el paradigma científico, la biblia lo hace desde otro punto de vista.

Ambas son complementarias. Mientras que la ciencia explica el origen y la evolución del universo y de la vida en la tierra, la biblia narra la historia de salvación de Dios, que actúa en cada momento de la historia del ser humano. El libro del Génesis expresa mediante este mito del relato de la creación que Dios ha estado y estará siempre sosteniéndola. Es él el que sostiene la realidad con su amor, que no es fruto del azar.

¿Existen los fantasmas, o en qué cosas invisibles tengo que creer?

Parece que hoy en día es más fácil creer en fantasmas, ovnis o duendes, que creer en Dios. Pero el credo no nos invita a creer en esto. El credo nos invita a creer que Dios es el creador del mundo en el que vivimos. Por eso es necesario cuidar el planeta tierra que Dios nos ha regalado. Fruto de este amor, Dios nos regala también otra realidad no visible que llamamos el cielo. Dios quiere que estemos junto a él, aun cuando esta realidad finita se termina. Más allá del horizonte al que la vista humana y la razón humanas pueden llegar, existe otra realidad que no conocemos donde está Dios, con el que nos encontramos cada día y nos encontraremos después de la muerte.

1 thought on “Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible

  1. Olé Javi! Acabo de terminar de leer tu blog con lo del credo. Me he dado una vuelta por otros artículos y me encanta este blog. Me parece una idea estupenda y los escritos son de mucha calidad. Me surgen algunas impresiones que comparto:
    – Una de las cosas que más he interiorizado es que “en el nombre de Jesús” hicieron los apóstoles todo. La diferencia entre cristiano y no cristiano, es en nombre de quién hacemos lo que hacemos. Cuando los apóstoles se enfadan con algunos que están haciendo milagros y van a chivarse a Jesús… Jesús les dice justo esto: si están de mi lado, que sigan. En el nombre de Jesús
    – Sobre cómo responde Dios ante el mal en el mundo… no recuerdo muy bien en qué documento lo he leído, pero venía a recordar que la manera de actuar de Dios es siempre misteriosa y que su cuidado, que justo como dices aborrece el mal, es parte de su Misterio para con nosotros
    – Sobre la creación… fíjate que es una de las cosas que más me costó entender en su día (hace ya tiempo) sobre qué significado tiene el Génesis. Es justamente el Amor. Dios es el inicio del Amor y ama, por eso todo inicia. De ahí que cuide la historia de salvación con Israel, nos dé a su Hijo, que el Hijo muera por amor, que sea el Amor (Amor como Persona, Dios es Amor) el que nos salva. En el Génesis, todo se crea por amor, en el evangelio de Juan se dice que Dios es Amor. Todo está henchido de Dios, porque Dios es Amor

    Muchas gracias, Javi por esta reflexión. Siempre un placer leer cosas tan meditadas

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